31.3.18

Las Madres Concepcionistas del Monasterio de Santa Ana reflexionan en el tercer día del triduo pascual


Las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada de María del Convento de Santa Ana de Montilla, y en concreto Sor Margarita, reflexionan tanto en el tercer día del triduo pascual como en su pregón.

Sábado Santo

Soledad de María. Día del silencio. Ningún día del año está la Iglesia tan silenciosa como hoy. Llora y medita junto al sepulcro donde está encerrado Jesús. Noche del Viernes Santo. Sábado Santo. En el alma de María se han citado todos los sufrimientos y todas las soledades. Con razón, el pueblo cristiano llama a la Madre de Dios en este trance de su vida: la Soledad.


Acerquémonos respetuosamente a la Madre de Jesús, que es también Madre nuestra. Su Hijo Jesús nos acaba de entregar. Silencio junto a ella haciéndole compañía, ya que le falta la compañía de su Hijo Jesús. Procuremos penetrar en su alma y adivinar sus pensamientos. Su Hijo a quien tanto amaba ha muerto y cuánto ha sufrido. Todavía resuenan en sus oídos las palabras de la despedida: Adiós Madre, hasta la cruz.

Ella permaneció junto a la cruz. Desgarrado el corazón de dolor, pero firme el espíritu. Con su silencio y su rostro triste, aunque sereno, dice la Madre de Dios a los que la contemplan: "Ved si encontráis dolor semejante al mío". Te lo dice a tí, que estás a su lado, acompañándola silencioso...

Como Jesús, como Ella, todos tenemos que sufrir. Así que cuando sientas el corazón atravesado por la espada del sufrimiento, mira a la Dolorosa, que tiene atravesado el suyo con siete espadas. Con este silencio junto a María, preparemos el corazón, porque en esta noche, la Noche Santa, Cristo va a vencer las tinieblas y lo contemplaremos vivo y resucitado.

Pregón Pascual

Escuchad, hermanos, en noche tan memorable,
el pregón que Dios Padre ha querido que se difunda
por todos los rincones del orbe.
La muerte ha sido vencida para siempre.

¡Oh, Cristo, resucita,
completa tu victoria
sobre la muerte cruel que nos asusta!
Tu cuerpo malherido,
que descansó tres días,
se vista ya de luz y de belleza.

Despierta, buen Jesús,
del sueño prolongado.
Ahora los que duermen son los guardias.
El soplo del Espíritu
renueva la gran losa,
la vida resplandezca en tus heridas.

Queden en el sepulcro
las vendas y el sudario,
la tristeza y el pecado de los hombres.

Contigo resucitan
la dicha y la esperanza.
Contigo se levanta
el hombre solidario
anuncio y anticipo de futuro.
Todo será distinto, un cielo nuevo y una tierra nueva.

Renuévanos a todos
con tu divino aliento,
que es Don vivificante, poderoso.
Y así, resucitados, seremos tus testigos,
los hijos de la Pascua y el Espíritu. Amén.

SOR MARGARITA / MONASTERIO DE SANTA ANA

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