20.1.20

La tradicional candelá en honor a San Sebastián congrega a numerosas personas en el Llanete de la Cruz


En la noche del pasado domingo, día 19 de enero, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y María Santísima de la Amargura de Montilla organizó, en colaboración con la Parroquia de San Sebastián, la tradicional candelá en honor a San Sebastián, cuya solemnidad celebramos en el día de hoy.


De este modo, a pesar del frío, numerosas personas se congregaron en el Llanete de la Cruz, a las mismas puertas de su Casa de Hermandad en este emblemático enclave montillano en el que se volvió a recordar aquellos tiempos en los que los vecinos se acercaban a la candelá la noche del 20 de enero a quemar los muebles antiguos que no servían y a comer a la brasa.

Como en otras ocasiones, la hermandad de la madrugá del Viernes Santo montillano preparó los chorizos en los tradicionales pinchos de vareta de olivo para que las personas asistentes se los asaran en la candelá. Además, hubo, nuevamente, sopaipas con chocolate y pan con aceite, acompañado, una vez más, de un buen ambiente.

Recordamos que, además, tras el triduo en honor a San Sebastián celebrado en la parroquia del mismo nombre y la comida a beneficio de la Ermita de la Sagrada Familia de Montilla, hoy lunes, día 20 de enero, se celebrará la solemnidad en honor a San Sebastián.


De este modo, tendrá lugar hoy lunes, a partir de las 18.30 de la tarde, en la mencionada parroquia, una proyección acerca de la vida de San Juan de Ávila, y una eucaristía solemne concelebrada, desde las 20.00.

Al terminar la sagrada eucaristía, se dará a besar la reliquia del dedo de San Sebastián y se dará un recuerdo a los asistentes. Al igual que en el triduo, animará la sagrada eucaristía con sus cantos el Coro de San Sebastián. Recordamos que la imagen de San Sebastián, que preside la parroquia del mismo nombre, es de mediados del siglo XX, obra del imaginero cordobés Juan Martínez Cerrillo.

BENJAMÍN PORTERO DUQUE / PASIÓN POR MVNDA

El dedo de San Sebastián, El Gran Capitán y el investigador montillano José Ponferrada

La crónica manuscrita de El Gran Capitán es una obra del siglo XVI, de autor anónimo. El original se encontraba en el Convento de San Agustín de Montilla. Tras la desamortización, pasó a la Biblioteca Nacional. Parece que el autor debió de ser una persona que acompañó al montillano Gonzalo Fernández de Córdoba en las campañas de Italia. En el capítulo XIII del octavo libro, se encuentra esta crónica de lo ocurrido el 10 de octubre de 1503:


"Cómo el Gran Capitán mandó combatir la abadía de Monte Casino, a donde se había recogido Pedro de Médicis, aquel capitán de quien dijimos atrás. En uno de los capítulos pasados, dijimos cómo Pedro de Médicis, hijo del magno Lorenzo de Médicis, capitán del Rey de Francia, se había recogido a Monte Casino, una abadía de monjes benitos, la cual era de Lorenzo de Médicis, su hermano, que después fue Papa León X.

Y el Gran Capitán, por reverencia del cuerpo de San Benito y San Acacio, y de once mil mártires y de otras muchas reliquias, cuando la otra vez por allí pasó, no la combatió por la causa dicha, antes le movió partido que se diese, y Pedro de Médicis prometió que dentro de seis días se saldría de allí. Más visto el grande ejército de franceses que venía y tan poderoso, no quiso salirse, pensando de poder sostenerse hasta que el campo de los franceses llegase, que venía ya cerca. Estuvo, quedó y se hizo fuerte.

El Gran Capitán requirió a este Pedro de Médicis que se entregase, porque aquello era lo que más le cumplía. Vista su determinación, mandó a ciertos capitanes que combatiesen la abadía y que la artillería les batiese el muro, y que no llegasen a la iglesia, y mandó a Medina, aquel su privado, que ocupase la iglesia, para que no la saqueasen los soldados, lo cual así fue hecho.


Los franceses se comenzaron a defender. Más visto el poco fruto que de ello sacaban, y visto que los españoles se subían a lo alto del monte y que jugaban ya a la artillería, habiéndoles dado un recio combate, los capitanes de infantería llamados Ochoa y Arteaga, vizcaínos, subieron por una soga puesta por encima de la muralla, y Arteaga entró por una pequeña abertura que en el muro había hecho una pelota, al cual siguieron sus alférez compañeros de bandera.

Fue tanta la prisa que los soldados se dieron a entrar en aquella abadía, que fue cosa maravillosa. Pedro Gómez de Medina, con ciertos soldados, a quien El Gran Capitán encomendó aquella guarda, defendieron las reliquias de los santos, que estaban puestas en un gran árbol, todo de plata, y colgados de las ramas el cuerpo de San Benito y San Acacio, y muchas y muy diversas reliquias de muchos santos.

Los soldados robaron cálices y cruces y ornamentos y frontales, casullas y dalmáticas, con los candeleros de plata, lo cual todo lo compró El Gran Capitán a los soldados y lo volvió sin quedar cosa alguna y todo lo restituyó al monasterio.

Medina tomó de aquellas reliquias un dedo de San Sebastián para traer a Montilla, y lo dio a Pedro de Córdoba, marqués de Priego, y está hoy en la Parroquia de San Sebastián de esta ciudad, y los monjes lo tuvieron por bien, y el Papa le dio licencia para que lo llevase por haber tan bien guardado todas las otras reliquias.


Todas aquellas reliquias tomó Medina y las puso por inventario, y las entregó a los monjes delante del próspero y del Duque de Termoli. Tomó también Medina un pedazo del lienzo que nuestro Señor tuvo ceñido cuando lavó los pies a sus discípulos, los cuales le fueron dados por la fiel guarda que hizo de las reliquias, como hemos dicho.

En dos cajitas de oro las tiene hoy Catalina Hernández de Córdoba, marquesa de Priego, y el Papa dio a Medina, como dijimos, la licencia para darlas al dicho marqués, con condición que ningún interés recibiese por ellas".

José Ponferrada Gómez y el dedo de San Sebastián

Hemos visto cómo El Gran Capitán tomó de las reliquias de Monte Casino, aparte el trozo de lienzo, solo la de un dedo de San Sebastián para enviarlo a Montilla, a la iglesia del mismo nombre. Y allí estuvo no sabemos por cuánto tiempo. Sin embargo, esta iglesia pasó por circunstancias lamentables, usándose en los tiempos de la Segunda República y posteriores como salón de ensayos musicales, sala de proyecciones, etcétera. Afortunadamente, no sabemos cuándo, alguien se preocupó de la reliquia y la llevó al Monasterio de Santa Clara, donde se situó junto a un cuadro de San Sebastián.

Tanto el episodio de Monte Casino, como la reliquia del dedo de San Sebastián, cayeron en el olvido entre los fieles de Montilla. Fue el gran investigador y escritor sobre temas montillanos José Ponferrada Gómez el que, volviendo a investigar sobre el tema que nos ocupa, descubrió de nuevo la reliquia en el Monasterio de Santa Clara en el año 1971. Y así lo reflejó en su obra 'Espigando en nuestra historia: cartas y capítulos montillenses', en concreto en las páginas 15 a la 17. Desde entonces, la reliquia se venera en la actual Parroquia de San Sebastián, sobre todo en la fiesta del mártir.









ANTONIO RAMÍREZ CLIMENT / PÁRROCO DE SAN SEBASTIÁN

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