27.9.20

“Como Jesucristo, obligados a huir”. Acoger, proteger, promover e integrar

Este es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que la Iglesia celebra este domingo, 27 de septiembre. La Santa Iglesia Catedral acogerá a los migrantes de la Diócesis.
   
El Papa Francisco insiste continuamente en estar cerca de los inmigrantes y refugiados. Nos llama a acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados internos y propone seis acciones de cara a la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que se celebrará este domingo, 27 de septiembre: conocer para comprender, hacerse el prójimo para servir, escuchar para reconciliarse, compartir para crecer, involucrar para promover y colaborar para construir.


Se trata de la jornada número 106, dedicada al drama de los desplazados internos, “un drama invisible”, según el Papa, que la crisis mundial causada por la pandemia del COVID-19 ha agravado y que los cristianos no pueden ignorar, ya que en los rostros de estos hermanos, “también se refleja el de Jesús refugiado”. De ahí el lema 'Como Jesucristo, obligados a huir'. Un drama que muchas familias han vivido en primera persona como es el caso de Josefa Ortiz y Manuel Martínez, dos inmigrantes que llegaron hace unos años a Córdoba buscando quedar a salvo de persecuciones de diversa índole.

Manuel procede de El Salvador, donde junto a su familia fue objeto de persecución para los pandilleros. Padre de cinco jóvenes, Manuel y su esposa vivieron una fuerte crisis provocada por los grupos de “pandillas” que extorsionaban a personas que como ellos, tenían un sueldo fijo. Ambos trabajaban en el hospital, tenían 26 años de servicio, y por el simple hecho de ser empleados públicos, se convirtieron en una fuente de ingresos para los pandilleros. “Tuvimos que huir del norte de nuestro país al sur porque nos pedían una cuota mensual y transcurridos seis meses de nuestro traslado, volvimos a ser extorsionados por ellos. Aunque intentamos ponerlo en manos de las autoridades, no logramos nada, incluso llegamos a vivir situaciones de miedo en el colegio y la universidad de mis hijos, por lo que decidimos ya huir del país”, relata Manuel recordando su historia personal.


También Josefa vivió una situación dura, bajo una dictadura en Nicaragua, rodeada de muertes continuas y situaciones violentas que no podía soportar, en las que se jugaba la vida ante cualquier acto que sucediera. “Me decidí a venirme tras un proceso duro, pidiendo la inspiración divina y la ayuda del Señor para no sufrir más la situación que me rodeaba”, recuerda Josefa, quien hoy da gracias a Dios por la gente que le rodea en la ciudad.

Tanto para Manuel como para Josefa, Córdoba ha sido una puerta abierta a la esperanza, donde han encontrado apoyo en la Iglesia, en la Delegación de Migraciones y donde sienten el calor de muchas personas que, como ellos, han tenido que dejar sus vidas en busca de un futuro mejor. Ambos participan cada año en la Jornada de las Migraciones con el fin de relacionarse con más inmigrantes, conocer su historia y sentir el calor de unos con otros.

En esta ocasión, la Delegación de Migraciones conmemorará la jornada participando en la Misa dominical oficiada por el Obispo de Córdoba en la Santa Iglesia Catedral y posteriormente se procederá a un acto de solidaridad y oración en el Patio de los Naranjos.


Carta semanal del Obispo de Córdoba

Este último domingo de septiembre celebramos la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el lema 'Como Jesucristo, obligados a huir'. El Papa Francisco nos envía un mensaje para esta jornada, y los obispos españoles nos dan pautas para su celebración.

Desde 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el Papa San Pío X invitó a la oración por los migrantes que tenían que desplazarse por causa de la guerra. Su sucesor el Papa Benedicto XV instituyó el Día del Migrante y los Papas sucesivos nos hacen recordar continuamente a todas estas personas que por diversas razones se ven obligados a desplazarse. A partir de 1985, San Juan Pablo II envía un mensaje para esta jornada, iluminando con su magisterio esta realidad sangrante. En 2004 se añade el colectivo de refugiados los que son obligados a huir por razones políticas. El Papa Francisco ha situado esta jornada el último domingo de septiembre desde hace dos años.


Este año toma como referente el pasaje bíblico en el que Jesucristo aparece en su infancia perseguido para ser eliminado, mientras es salvado por el aviso de Dios a San José, que huyen a Egipto por la persecución de Herodes. Jesús, María y José experimentan esa situación de desplazamiento obligatorio de su casa para vivir en otro país con todas las circunstancias que ello supone, “marcadas por el miedo, la incertidumbre, las incomodidades” (cf Mt 2, 13ss). El Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo, ha “tocado” esta realidad y la ha santificado, haciéndola redentora. Y este Hijo de Dios por la encarnación se ha unido de alguna manera con cada hombre. También hasta cada uno de estos migrantes o refugiados nos acercamos reconociendo en ellos el rostro de Cristo, nuestro Señor, y queremos servirle.

Recordemos algunas frases del Papa Francisco para esta jornada: “Es necesario conocer para comprender”. No son números, son personas. “Hay que hacerse prójimo para servir”. Como el buen samaritano que se acercó para vendar las heridas. Esto supone un riesgo, pero también en esto nos precede Jesús, que en el lavatorio de los pies, se quitó el manto, se arrodilló y se ensució las manos. “Para reconciliarse se requiere escuchar”. Sólo a través de una escucha humilde y atenta podremos llegar a reconciliarnos de verdad. “Para crecer hay que compartir”. Desde la primera hora, la comunidad cristiana aprendió a compartir. “Es indispensable colaborar para construir”. La construcción del Reino de Dios es un compromiso común, y todos tenemos parte en ello.


Es muy complejo este fenómeno a escala mundial, pero se concreta a escala local en cada uno de nuestros pueblos y ciudades, y por tanto, en cada una de nuestras comunidades cristianas. Personas que se cruzan en nuestra vida, obligadas a migrar por razones de trabajo, buscando un futuro mejor para sus hijos o víctimas de la trata de personas, que son esclavizadas para el trabajo esclavo, para la servidumbre sexual, o migrantes que giran por el mar como marionetas de las mafias y objetos de mercadeo, hasta encontrar un puerto seguro donde empezar de nuevo. La inmensa mayoría hubiera preferido permanecer donde estaba, pero han sido obligados a huir como Jesucristo, buscando su seguridad, otra vida posible, que a veces se convierte en peor que la anterior.

La Jornada Mundial del Migrante y Refugiado es una llamada a nuestra conciencia para salir al encuentro de todas estas personas, en la medida de nuestras posibilidades. En esta acción social resuenan las palabras de Jesucristo: “Lo que hicisteis con cada uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). Os invito en cada parroquia a tener alguna acción concreta en este campo de atención a los migrantes y refugiados. Saldremos ganando todos. Recibid mi afecto y mi bendición:

DEMETRIO FERNÁNDEZ, OBISPO DE CÓRDOBA

Mensaje del Obispo para los colegios católicos

 

REDACCIÓN / PASIÓN POR MVNDA

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