30.3.21

La Hermandad de La Santa Cena en la Exaltación del Pregón de la Semana Santa de Montilla 2021

MARTES SANTO

HERMANDAD DEL SEÑOR EN LA SANTA CENA,
MARÍA SANTÍSIMA DE LA ESTRELLA Y NUESTRA SEÑORA VIRGEN DE LAS VIÑAS
  
Música: 'Estrella Montillana', de Miguel Estepa Gutiérrez,
interpretada por la Agrupación Musical La Unión.

Narradora: Carmen María Bellido Pedraza

Pero no todo es poesía en mi sencillo pregón, ya que, la Semana Santa, siempre acontece rodeada de toda una serie de detalles que aunque, ante la ciega mira de muchos, pasan desapercibidos. Yo, sin embargo los encuadraría dentro de lo portentoso.


Veamos por ejemplo que, según matiza San Lucas en su Evangelio, cuando los discípulos le preguntan a Jesús dónde prepararían la última cena, Él los envía diciéndoles: “Al entrar vosotros en la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle a la casa donde entre”.

De estas palabras podemos imaginar, que aquel desconocido personaje evangélico, cargado con un pesado cántaro de agua, supuestamente entró en una casa muy cercana al lugar donde lo encontraron los apóstoles, y que por lo tanto, la Sagrada Cena, debió de celebrarse casi a la entrada de Jerusalén.

Pero he aquí, que en Montilla, en su Parroquia de La Asunción, providencialmente levantada tan cerca de la entrada de la ciudad, al cabo de tantos años y sin saber cómo ni por qué, se ubica una cofradía de Semana Santa para darle culto a un Cristo precisamente con la advocación de la Santa Cena.


Para mí esto no es casualidad. Como tampoco lo es el hecho de que a la Virgen, esa Virgen maternalmente resignada, que procesionalmente hace su recorrido en la noche del Martes Santo, se le bautizara con el luminoso nombre de Estrella.

Porque pienso… y me pregunto…
para dar luz a esa Cena…
¿Hay algo que más reluzca
que el resplandor de una Estrella?

Y Estrella se le quedó.
Qué hermoso tener un nombre
que reluzca como el sol
en la tiniebla callada
de una noche de Perdón,
donde… con pálida cera
“rebuja” de incienso fino,
un bosque de blancas velas
le van abriendo el camino.

¡Señor de la Santa Cena!
¡Cristo del Pan y del Vino!
Danos del Vino y la Paz
de tu Cáliz de agonía,
pues mi pobre fantasía
me da pie para pensar,
y el pensar me maravilla,
que en aquella Última Cena
el vino que en él bebieras
fue sin duda de Montilla.

JAIME LUQUE LUQUE, 1989
FOTOGRAFÍAS: B.P.D.

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