2.5.14

Las Cruces de Mayo, patrimonio inmaterial de Andalucía


La Fiesta de la Cruz, o las Cruces de Mayo, paradójicamente, y a pesar del protagonismo formal de la Cruz, no siempre implica una celebración de tipo religioso, predominando las funciones lúdicas, identitarias, festivas y de sociabilidad sobre las funciones religiosas. Se trata de una tipología de ritual festivo muy común en toda Andalucía, presentando una gran diversidad en las formas en las cuales se manifiesta.

El proceso de cristianización de esta fiesta, relacionada con la exaltación de la naturaleza, conlleva la atribución de su origen al siglo IV, relacionando el 3 de mayo con la celebración de la Invención de la Cruz, conmemorando el hallazgo en el año 326, por parte de la madre del emperador Constantino, de la Cruz donde murió Cristo. Esta celebración católica desaparece tras el Concilio Vaticano II.

No obstante, en Andalucía las primeras referencias de celebraciones de Cruces de Mayo se remontan al siglo XVII con la aparición de las Hermandades en torno al símbolo cristiano de la Cruz.

Se celebran en torno al 3 de mayo o principios de dicho mes. Aunque el protagonismo formal de la Cruz es más que evidente, se trata de un claro ejemplo de los procesos de cristianización que han sufrido los ancestrales ritos primaverales relacionados con el culto a los árboles y el poder simbólico de regeneración que representa la primavera.

Se trata de una fiesta con un fuerte contenido lúdico, donde los espacios públicos, calles y plazas de los pueblos y ciudades cobran un gran protagonismo y los significados de las fiestas están fuertemente relacionados con la exaltación de la primavera, a pesar del protagonismo formal del símbolo cristiano por excelencia. Contrasta con éste el escaso contenido religioso de esta fiesta. Razón que explica los frecuentes intentos de control, e incluso, de prohibición, por parte de la Iglesia, de estas fiestas, ante los "excesos" que se originaban durante las noches de baile y cante alrededor de las Cruces.

El día de la Cruz se sigue celebrando en muchos lugares de Andalucía, haciéndose extensible a todo el mes de mayo. Como señala Agudo Torrico, a pesar de su variedad de expresiones, podemos apuntar dos modelos de tipologías en cuanto a su forma de organización y celebración. El primero de ellos respondería a aquellas localidades en donde predomina el carácter informal de la celebración, el protagonismo de las mujeres en la participación y el número de Cruces, que puede variar de un año a otro. Son los vecinos y vecinas los verdaderos protagonistas de las Cruces de Mayo, y sus calles, plazas, patios, capillas e interior de las viviendas, los universos sociales definidos y recreados.

El segundo modelo correspondería a las fiestas de mayo articuladas en torno a Hermandades y mayordomías. En este caso, a veces la festividad puede tener como patrocinio únicamente una Hermandad, por regla general la de la Vera Cruz, y otras son varias las Hermandades las que adoptan la Cruz como símbolo titular en una misma población, compartiendo unos mismos tiempos festivos y acciones rituales y dividiéndose la población en dos mitades simbólicas contrapuestas.

En algunos casos, el centro de culto es la Cruz sin imagen, encontrando celebraciones festivas que incluyen actos religiosos (misas, rosarios, procesiones,...), y otras en donde la celebración consiste sólo en ornamentar la Cruz sin ninguna otra práctica religiosa. Los preparativos para la ornamentación se llevan a cabo varios días antes, interviniendo en su decoración flores en ramos o en macetas, tiestos de barro, cerámica o cobre, mantones, paños, alhajas y encajes antiguos. Se crea un espacio festivo que se complementa con un lugar acotado donde poder bailar y cantar.

Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico

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