28.10.14

Garnelo, mucho más que el primer maestro de Picasso


EFEMÉRIDES | Se cumplen 70 años de la muerte del pintor montillano José Garnelo, considerado el artista más culto de su época.

Hay artistas que valen más por lo que han sembrado en otra tierra que por lo que han recogido en la suya, aunque también sea valioso. Tal día como hoy, hace 70 años, se marchó uno de ellos, que se recordará por su creación pictórica, pero también por el contacto que tuvo con algunos de los más grandes árboles de la historia del arte. Se llamaba José Garnelo y Alda y murió el 28 de octubre de 1944 en Montilla, la ciudad donde residió la mayor parte de su vida. Fue conocido por su pintura, pero también por sus altas responsabilidades en el Museo del Prado y por su condición de maestro de un joven pintor que se llamó Pablo Ruiz Picasso.


Pintura al fresco en el Ministerio de Justicia / SIGEFREDO

Aunque había nacido en Ergueda (Valencia) en el año 1866, llegó a Montilla con apenas dos años y forjó su identidad allí. Desde niño se sintió atraído por el arte, y aunque empezó a estudiar Filosofía y Letras en Sevilla, pronto cambió los estudios para entregarse a los pinceles y licenciarse en Bellas Artes. Los completó en Madrid a partir de 1885, en la Real Academia de San Fernando, y en aquel ambiente se codeó con algunos de los grandes pintores de su tiempo, como Joaquín Sorolla y José Villegas. En la pasión por el arte le acompañó su hermano Manuel, que fue escultor.

Con el primero tuvo en común la pasión por el color y el movimiento, y el haber vivido entre dos siglos le ayudó a asumir las tendencias y vanguardias que fueron sucediéndose. Le gustó el naturalismo y lo cultivó con asiduidad, como también una tendencia a pintar de memoria lo que había tenido ante los ojos.


«Capea en las Navas del Marqués», una de sus obras / ABC


José Garnelo, con el número 2, en el Museo del Prado, en 1918

Garnelo nunca presumió de haber dado clase a uno de los pintores más importantes de la historia, y de hecho nunca se habría conocido si no hubiera sido el propio Picasso el que lo relató. Fue en Barcelona en 1895, y bajo su tutela pintó el autor malagueño «La primera comunión» y «El monaguillo». Sus contemporáneos lo tuvieron como uno de los artistas más cultos de su tiempo y lo admiraron por los retratos, el tratamiento del color -especialmente el negro-, el dominio en la forma de pintar la ropa y las texturas.

Fruto del profundo conocimiento, llegó a ser subdirector del Museo del Prado en el año 1915. «Tarde de toros» es su obra más conocida, que se puede admirar en la Casa de las Aguas de Montilla, pero también repartió cuadros por todo el mundo y expuso en ciudades como Chicago, París, Londres, Berlín, Barcelona y Madrid. Tras dirigir la Real Academia Española en Roma, se retiró a Montilla, donde vivió con comodidad en sus últimos años, y con una larga lista de galardones. Hoy los expertos insisten en la necesidad de que su obra esté en el lugar que merece, con obras como «El milagro de San Francisco Solano», sobre el patrón de su ciudad.


«Tarde de toros», durante una exposición en Montilla / ARCHIVO

Montilla nunca le ha olvidado, y además del teatro que lleva su nombre, expone una buena parte de su obra en el Museo Garnelo, en la Casa de las Aguas, recuerdo permanente de un artista que brilló con luz propia y con la de los creadores de los que se rodeó.

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