1.8.15

El Camino a los pies del Señor de la Campiña


Ángel Luis López Gutiérrez, seguidor de Pasión por Mvnda, nos remite un artículo titulado 'El Camino a los pies del Señor de la Campiña', referente a la peregrinación que se viene realizando cada 5 de agosto a la Ermita del Calvario de Montalbán de Córdoba, con motivo de la festividad de la Trasfiguración de Cristo en la imagen milagrosa de Nuestro Padre Jesús del Calvario.


Dicho artículo ha sido publicado en la revista de Feria y Fiestas en honor a Nuestro Padre Jesús del Calvario de este año 2015.

Asimismo, Ángel Luis López nos invita a visitar la Ermita del Calvario en esta noche mágica, una invitación que igualmente trasladamos a todos los visitantes de Pasión por Mvnda.

¡Gracias, Ángel Luis! El orgullo es nuestro por la confianza prestada y por tu atención.

Un abrazo fuerte.

El Camino a los pies del Señor de la Campiña

Durante estos últimos años estamos asistiendo en Montalbán a un fenómeno verdaderamente extraordinario e insólito. Extraordinario, no solo por el gran auge en cuanto a participación registrada, que cada año se multiplica de manera exponencial, sino por las propias características que lo definen y la época de creciente laicismo en la que se está produciendo, hacen de este fenómeno de la peregrinación a las plantas del Señor de la Campiña, algo único, diferente e incluso contradictorio, pero no por ello menos auténtico. Características todas que bien podrían servir para definir a este pueblo de la campiña cordobesa, que cada 5 de agosto recibe con los brazos abiertos a varios miles de peregrinos, convirtiendo esta mágica noche en una realidad viva que llama poderosamente la atención.


Puede que haya quien intente explicar este fenómeno como algo novedoso y pasajero, que pueda responder a la satisfacción de inquietudes culturales, deportivas o a mera curiosidad. De todo ello puede haber algo ciertamente. Pero a falta de una medida tangible y estadística, hemos de basarnos en la contemplación de los rostros de los peregrinos de todas las edades, los que vienen en solitario, en compañía de sus amigos y vecinos, familias enteras de la mano, llegados de Córdoba capital, de Osuna y Écija, de La Carlota y sus aldeas, de todas las latitudes de la campiña cordobesa, para comprender que vienen movidos por una promesa, por una acción de gracias... Basta con comprobar cómo al llegar al Llano del Calvario, son abrazados por el Nazareno Milagroso transfigurado de blanco, cuyos brazos libres de la cruz se extienden por las trece rejas de su ermita. Basta con admirar sus rostros al cruzar la mirada con Él, agradecidos unos, implorantes otros, pero todos cansados y, a la vez, plenos y satisfechos.

Por todo esto, no cabe la menor duda de que todo este fenómeno nace y se consolida como un movimiento de Fe. Al igual que ocurre con otras peregrinaciones, el peregrino confía y busca el amparo en la compañía de los Santos e Imágenes Marianas. Como dijera el rey Alfonso X El Sabio, refiriéndose al camino jacobeo a Santiago de Compostela, el peregrino se pondrá en camino “para servir a Dios y honrar a los Santos, y por sabor de hacer esto extrañanse de sus lugares e de sus mujeres, e de sus casas e de todo lo que aman, e van por tierras ajenas lacerando los cuerpos o despendiendo los haberes, buscando los santos” (Partida I, 24).

El que se pone en camino deja su casa y supera las fronteras y lindes de sus pueblos, para encontrarse en otras tierras una misma fe, una misma raíz histórica de su identidad más verdadera, una misma “memoria” apostólica como origen de lo fundamental de su forma de vida. En el Camino resulta esencial la búsqueda propia de la persona, su dignidad, su capacidad de encuentro y de comunión, la afirmación del propio destino “más allá”.


Ya en las escrituras del Antiguo Testamento se hace referencia a las peregrinaciones como encuentro entre Dios y el hombre, en las que éste renueva en cierta manera su esperanza y encuentra su camino: “Sal de tu tierra y de tu patria y de la casa de tus padres, a la tierra que yo te mostraré” (Gn 12,1).

De esta manera se comprende el significado, o se encuentra la explicación a un fenómeno como el que nos estamos refiriendo, en la que el peregrino o los hermanos del campo, como aquí nos gusta llamarlos, caminan en busca de la imagen de Nuestro Padre Jesús no pretendiendo encontrar algo divino o lejano, sino que, como el hijo pródigo, vuelven a su origen. Vienen a encontrar en esta pequeña ermita del Monte Blanco de la campiña cordobesa la fuente de renovación de su propia identidad cristiana. Vuelven a las coordenadas más profundas de su Fe, a la vez que reafirman la necesidad y posibilidad de perdón, que se pone de manifiesto en el abrazo misericordioso que los hermanos del campo reciben cada madrugada del 5 de agosto al cruzar la puerta de la ermita, y que queda aún más patente al recibir la gracia jubilar cuando, tras finalizar el camino, suben al camarín y tras intentar “aguantar” la mirada del Señor, el hermano del campo besa su pie.

El fenómeno de la peregrinación no es algo exclusivo del cristianismo, así los musulmanes tienen como precepto peregrinar, al menos una vez en la vida, a la Ciudad Santa de La Meca. En la religión cristiana desde antiguo, puede decirse que en la peregrinación encuentra expresión lo propio de la naturaleza humana. De esta manera dentro las religiones cristianas encontramos distintos ejemplos de peregrinaciones como las realizadas por los ortodoxos al Monte Athos en Grecia, o a los denominados Lugares Santos de Belén y Jerusalén en la tierra de Galilea. Fuera de Tierra Santa, los principales lugares de peregrinación han sido y son la ciudad del Vaticano, sede Pontificia del catolicismo, y las catedrales de Santiago de Compostela en España y de Canterbury en Inglaterra, donde se encuentran enterrados el Apóstol Santiago y Santo Tomás Becket, respectivamente. También son objeto de peregrinación otros lugares donde los devotos dicen haber visto a la Virgen, como son Fátima en Portugal, Lourdes en Francia, Czestochowa en Polonia o Medjugorje en Bosnia. Y quizás los ejemplos más conocidos por ser los más cercanos son las romerías a las ermitas del Rocío en Almonte y de la Virgen de la Cabeza en Andújar, que no dejan de ser peregrinaciones reconvertidas a los usos y costumbres populares de nuestra Andalucía.


Si analizamos todos estos ejemplos encontraremos el significado del calificativo de insólito con el que definía la peregrinación de los hermanos del campo a la ermita del Calvario al inicio. Y es que como pueden comprobar todas las peregrinaciones religiosas en general, y de la tradición cristiana, no solo católica, en particular, son realizadas a lugares denominados sagrados por cada religión, o en torno a las figuras de santos, y apariciones e imágenes de la Virgen María. Posiblemente, estemos ante uno de los pocos, por no aventurarme a decir el único, fenómenos de peregrinación en torno a una imagen cristífera que se den en el cristianismo.

De lo que no me queda duda, y sí me aventuro a afirmar, es que “en Montalbán, si hay algo que aglutina el pueblo es El Calvario. En eso no hay discrepancias. Nuestro Padre Jesús está en la entraña de todos los montalbeños, por encima y aparte de las ideas políticas que cada uno tenga, como se demostró por última vez en la salida en procesión de 1993. El Calvario es la fe religiosa de Montalbán, la religiosidad popular de todos los montalbeños, y aún con todos los defectos y carencias que se quiera, está ahí, sin que el paso del tiempo la cambie o disminuya”*.

* Extraído del artículo “Peregrinos en Montalbán” de Francisco López Villanueva (Nenico), publicado en www.montalban-digital.com el 3 de agosto de 2014.

1 comentario :

Talbanés dijo...
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