18.12.16

Las Madres Concepcionistas del Convento de Santa Ana reflexionan en este cuarto domingo de Adviento


Con motivo del cuarto domingo del Tiempo de Adviento, que tiene lugar hoy, día 18 de diciembre, las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada de María del Convento de Santa Ana de Montilla, y en concreto Sor Margarita, nos remiten el siguiente artículo, ilustrado con su correspondiente imagen, que reproducimos a continuación.

Se cumplen las promesas

Todos los signos ya son favorables. En la Eucaristía de esta mañana, encendimos la cuarta llama de la Corona de Adviento. Todas nuestras lámparas están a punto: la lámpara de la fe, siempre vigilante como una estrella; la lámpara de la esperanza, fuerte y gozosa, como un lucero; la lámpara de la oración, toda una melodía; la lámpara del amor, la más ardiente y comunicativa, una verdadera hoguera. Si acaso estas lámparas no estuvieran a punto, ¿a qué esperamos? Mirad, que viene el Señor y no se puede dormir. ¿Creemos que tendremos tiempo para ir a comprar el aceite? ¡Preparemos nuestras lámparas!


Hoy, el día de la Virgen de la Esperanza, la Virgen de la O, contemplamos a la Virgen embarazada, en quien se cumplen las promesas. Un niño va a nacer dentro de muy poquito, un niño que resultará ser Dios con nosotros. Se nos ofrece un Dios nacido de mujer.

Y en la penumbra está el bendito José, un hombre bueno, un encanto, muy humano, humilde, muy respetuoso, pero lo más grande en él es su fe. José duda, tiembla. Tiene reparos, se siente desconcertado, profundamente herido, decide retirarse y abandonar. Pero cuando escucha el anuncio del ángel, se fía y acepta. Lo que Dios le pedía no era realmente fácil pero hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer. Y eso suponía un cambio radical de vida y de proyectos, pero se fía y cree. Por su fe y su renuncia ganó a la esposa, al hijo y a Dios.

Y nosotros, ¿nos fiamos de Dios? ¿Nos fiamos de sus planes sobre nuestras vidas o el miedo nos paraliza? Ahora, como hizo José, invitemos a María a nuestra casa. Ella nunca va sola, viene siempre con el hijo. Con ella viene el calor de la Navidad. Y nuestra casa será un belén.

SOR MARGARITA / MADRES CONCEPCIONISTAS DEL MONASTERIO DE SANTA ANA

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