Nos sobrecoge una vez más la muerte en el mar de cientos de vidas humanas de niños, mujeres y hombres que venían huyendo de guerras, violencias y hambre y expresamos nuestro dolor y cercanía a todas las víctimas y sus familiares.
Hemos vivido con perplejidad el conocimiento de una desgracia que debe ser esclarecida y en cuya responsabilidad coinciden tantos factores sobre los que se puede incidir: la falta de futuro en países de origen, el execrable lucro de las mafias y las políticas y leyes europeas, así como la mentalidad de rechazo al migrante que se va extendiendo en la sociedad. Abogamos por unas políticas y leyes que garanticen vías legales y seguras para los flujos migratorios, así como la humanización de los protocolos de salvamento marítimo que priorice la vida de las personas.
A las puertas del 20-J, Día Mundial de las personas refugiadas, y próximos al primer aniversario de la tragedia en la frontera de Melilla, como pide el Papa Francisco haciéndose eco del Evangelio, reiteramos nuestro compromiso con la acogida, protección, promoción e integración de refugiados y migrantes, concluyen los Obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española.
REDACCIÓN / PASIÓN POR MVNDA
IMAGEN: CONFERENCIA EPISCOPAL
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