Lo sé de primera mano. No podría tener fuente más fiable ni más honesta. Un testigo directo. Eran los tiempos difíciles de la posguerra española. Unos años terribles gobernados por el miedo, la escasez y el hambre. Incluso en estas circustancias, no faltaba una pizca de humor. El hecho es rigurosamente cierto y da idea del ambiente tras la contienda y de la religiosidad, pasada de rosca, reinante a mediados de la pasada centuria. Ocurrió a finales de la década de los 50 durante una de las frecuentes manifestaciones religiosas multitudinarias de estos años. Eran fervorines públicos cargados de emotividad y de vehemencia donde se representaban los sacramentos y se incluían actos de piedad, representaciones religiosas y gestos de arrepentimiento. El público vibró con estas muestras de religiosidad. Todo había salido a pedir de boca, a falta de un Vía Crucis por las calles de Montilla portando excepcionalmente la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Nuestro Padre Jesús Nazareno, en el paseo de Cervantes, el Viernes Santo de 2014
Conforme avanzaban las estaciones, la imaginación subía enteros entre el fervor del pueblo. Un locutor de una emisora de radio, con ámbito nacional, cubría el acto con gran emotividad contagiado del ambiente que se vivía en la plaza de La Rosa, última de las estaciones. De pronto, entre el gentío, se oyó el grito desgarrado del locutor. ¡Milagro! La Imagen nazarena mueve su brazo derecho. ¡El Señor está bendiciendo a este pueblo! Por fortuna, una persona situada cerca del inflamado locutor venido de la capital de España consiguió informarle de que la Imagen del siglo XVII cuenta con un viejo sistema que trasmite hasta el brazo el movimiento preciso para dar la bendición al pueblo. No he podido saber el nombre ni la procedencia del locutor que narró a toda España el prodigio de aquella tarde de mediados de siglo, aunque el verdadero milagro sería salir incólume de las carencias y penurias de la posguerra española.
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