26.8.14

La Vendimia en Montilla


LA OTRA ORILLA | Es el momento de llenar las botas en Montilla-Moriles. El vaivén de tractores y remolques es constante estos días en las carreteras de la comarca: cajas de uva maduradas al sol del verano que han alcanzado el punto óptimo para convertirse, con la magia del envejecimiento, en vino. En el campo, en la calle, en las cooperativas y en las bodegas huele estos días a mosto y a pasas: de Montemayor a Moriles. De Aguilar a Montilla.


Imagen de las Bodegas Alvear, las más antiguas de toda Andalucía

A veces un tractor de los de toda la vida, uno de esos ruidosos que despiertan al barrio de madrugada, sale a la carretera nacional camino a la cooperativa cargado de fruta y arma la inevitable caravana. Pero el atasco se resiste con simpatía, tal vez pensando en los futuros brindis y alegrías en las fiestas que vendrán.

Las cooperativas y las bodegas son los centros de mando de la vendimia, el lugar donde la pulpa se convierte en mosto, y el mosto se convierte en vino conforme pasan los días. Pero los viticultores, los jornaleros y las cuadrillas son el motor que hace posible este proceso que, pese a la mecanización del campo, continúa básicamente artesanal. Una máquina no puede suplir la sabiduría de la experiencia, el conocimiento exacto de cuándo hay que cortar este racimo o dejarlo en la cepa más días. O el momento concreto en que las pasas se prensan para obtener el zumo dulcísimo que se transformará en Pedro Ximénez, el emblema del marco.

La Aurora en Montilla, por citar una cooperativa al azar, es en estos días un hormiguero de tractores y remolques. El trabajo de todo el ciclo se vierte en las tolvas: el primer paso de un proceso que dura meses, años e incluso décadas, alimentado por el silencio y la penumbra de las bodegas. Y en el espacio donde se cocina el Pedro Ximénez, los efluvios de la uva pasa y embriagan. Las prensas ya han empezado a lagrimear durante este fin de semana el mosto oscuro, tostado, que pronto será vino dulce. En la atmósfera pastosa y densa de la pasera se puede adivinar ya su sabor. Pero todavía hay que esperar.

Los municipios de la comarca celebrarán en las próximas semanas la magia de la vendimia. Montilla y Moriles, las localidades que dan nombre a la zona productora, escenificarán en sus plazas públicas y sus calles todo lo que el vino significa para la cultura y la identidad de La Campiña. Será el momento de hacer los primeros brindis.

Ángel Robles / El Día de Córdoba

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