10.2.16

Miércoles de Ceniza: inicio de una nueva Cuaresma


Este miércoles 10 de febrero comenzamos la Cuaresma en este Año Jubilar de la Misericordia en el que el Papa Francisco nos invita a que "la vivamos con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios" (Misericordiae vultus, 17).


La Cuaresma son los 40 días de preparación para la celebración de la Pascua, tiempo alegre de conversión, de transformación y de entrega a Dios, también de arrepentimiento de nuestros pecados. El verdadero objetivo de la Cuaresma es, por encima de todo, preparar a los hombres para la celebración de la Muerte y Resurrección de Cristo.

Desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Resurrección, muchos de nosotros marcamos de ceniza nuestra frente, intentamos renunciar a muchas cosas, siempre y cuando este sacrificio nos sirva para prepararnos mejor para la celebración de la Pascua, mostrando el deseo de conversión a Dios, apartándonos del mal. Empezamos un periodo de ayuno y abstinencia para poder realizar una buena preparación.

Según la Conferencia Episcopal Española, el ayuno consiste en "no hacer sino una sola comida al día, pero no se prohíbe tomar algo de alimento a la mañana y a la noche". "La ley de abstinencia obliga a los que han cumplido 14 años, la del ayuno a los mayores de edad hasta que hayan cumplido 59 años", según el canon 1246.2 del Derecho Canónico, que también regula, entre otras cosas, la actitud del sacerdote hacia los fieles durante estos días.

El rito de la ceniza se empieza a practicar en el siglo XI. Consiste en hacer la señal de la cruz en la frente con ceniza que proviene de quemar las palmas bendecidas y usadas en el Domingo de Ramos del año anterior. Cuando el sacerdote impone las cenizas en la frente de los fieles, pronuncia las siguientes frases: "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" o "Conviértete y cree en el Evangelio". La ceniza simboliza a la vez el pecado y la fragilidad del hombre. Con la ceniza realizamos un reconocimiento público, por el cual nos declaramos frágiles, incapaces, pecadores, en busca de la misericordia de Dios.

Durante este periodo y desde la Santa Iglesia, se nos manda en su segundo mandamiento el de confesar por lo menos una vez al año, y en peligro de muerte, y se ha de comulgar al menos una vez al año y por Pascua de Resurrección.

El espíritu más importante de la Cuaresma es la conversión, arrepentimiento y humildad. Convertirse es volverse a Dios o acercarse más a Él. En el Evangelio, Jesucristo nos da los medios para alcanzar ese espíritu: la oración, la penitencia o el ayuno, y la limosna, que se refiere a todas las obras de misericordia corporales y espirituales.

En el mensaje para esta Cuaresma, el Papa Francisco termina con esta exhortación: "No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38)".

La oración, penitencia y la caridad son obras para llegar a Dios. Hagamos uso de ellas humildemente en esta Cuaresma para que la conversión que buscamos sea verdadera en este camino de preparación. Es por ello, por lo que acompañamos estos 40 días con este 'Camino de la Cuaresma', que se detalla en el cuadro adjunto, animando a todos los hermanos a seguirlo durante estos 40 días.

HERMANDAD DE LA ESTRELLA DE CÓRDOBA

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