7.8.14

Nuevas Imágenes para El Huerto de Ronda


La Hermandad de El Huerto de Ronda presentó hace unas semanas en cabildo el boceto de una de las Imágenes que la Hermandad pretende incluir en el paso. Dicho proyecto fue aprobado por unanimidad en cabildo general ordinario del pasado día 27 de junio.


"Pretendemos añadir tres apóstoles: Juan, Pedro y Santiago". Serán tres Imágenes de vestir, realizadas en madera. Un grupo de hermanos se está encargando de recaudar fondos para donar las Imágenes", señaló su Hermano Mayor a Ronda Cofrade.

A través de este proyecto se pretende completar con los tres apóstoles la escena de El Huerto y enriquecer el paso de misterio.

El boceto se hacía público el pasado 29 de julio a través de las redes sociales del que será el imaginero encargado del mismo: Manuel Madroñal Isorna, quien ya realizaba la Imagen de San Cristóbal o la restauración de las dos Imágenes Titulares de la Hermandad anteriormente.

El joven Manuel Madroñal Isorna (Sevilla 1981) ya desde muy niño sintió la serenidad concedida por la temprana llamada de la vocación: quería ser escultor. Fueron años de dibujar y moldear plastilina incansablemente, hecho que le valió el primer premio en un concurso de pasos en miniatura celebrado en su colegio. Años, como decimos, de jugar trabajando a ser Miguel Ángel, de ver las cosas claras.

No obstante, fue el premeditado contacto con el barro a la pronta edad de nueve años un claro exponente del acercamiento místico, el momento revelador e inflexivo en que todo comenzó a cobrar la forma deseada para un crío que apuntaba maneras.

Al año siguiente de terminar la educación primaria, y como no podía ser de otra forma, vino la formación en prácticas sacras tras su inmediato ingreso en la Escuela de Arte de Sevilla con apenas catorce abriles: los primeros contactos con el ambiente imaginero de la ciudad en Artes y Oficios especializándose en Artes aplicadas a la talla. Hablamos de la propia concienciación del artista, la alegría de andar en camino. Aquel inquieto y adolescente Isorna no dejaba de vislumbrar la grandeza de su oficio de forma asidua en constantes visitas a la obra de sus predecesores. Y fue precisamente durante el transcurso de una de ellas el justo momento en que la admiración contemplativa y pedagógica cedió espacio a la acción participativa del quehacer diario.


La cosa fue así: camino al Cachorro, por la trianera calle de Alfarería, al llegar a la altura del número sesenta y nueve, el oído escuchó el mazo, la nariz del tallista olió la cercanía del cedro. Sito en dicha dirección, se encontraba el taller de Lourdes Hernández, escultora y desde aquel día maestra de Manuel. Con mucha ilusión y dignidad, barrió, lijó y volvió a barrer. Retalló pelo y barba, dio sus primeros volúmenes a cuerpos, las primeras manos de policromía. Allí, entre serrín y cola, pan de oro, gubias y barnices, asimiló realmente y para siempre la nobleza de la talla. Al tiempo que se sucedían los constantes trabajos en el taller recibiendo como única remuneración la adquisición de la propia experiencia, fue recibiendo los primeros encargos de particulares, que, si bien en un principio eran muy modestos, con el tiempo fueron cobrando relevancia. Además de ello, durante este periodo acabó sus estudios de talla en madera y completó su formación con la realización de un Grado Superior de Escultura en piedra.

Desde la bendita edad de veintitrés años, la madurez se hizo latente tanto en la persona como en el artista, abandonando la tutela de Lourdes Hernández para instalarse en su "pequeñito pero propio" taller.

Desde entonces, hablar de Manuel es apelar a un cariñoso y romántico esfuerzo por desarrollar un barroco realista, natural y expresivo, llevado a cabo utilizando las mismas técnicas que usaran el propio Juan de Mesa o el mismo José de Mora muchos años atrás y con un claro gusto por matices de la escuela granadina. Un Barroco personal y emotivo que asimila los sentimientos ajenos en torno a la obra de un Isorna motivado y en crecimiento. Claro ejemplo de ello lo podemos encontrar en las Imágenes del Misterio de La Flagelación, realizadas para la Hermandad de La Sangre de Chinchilla de Montearagón (Albacete), o, quizá quede aún más explícito en La Borriquita tallada para la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Manzanilla (Huelva), donde observamos a lomos de una simpática y bien definida burra a un Jesús erguido e imponente en su entrada a Jerusalén. Todo ello, como decimos, son altivos exponenciales de la joven trayectoria de un consumado escultor cuya mejor obra pronosticamos que está por venir...

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