El Fiscal de Sala y ex Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce Lifante pronunció, en la noche del pasado sábado, día 21 de marzo, a partir de las 21.00, la XXIII Sentencia Romana, organizada por la Centuria Romana Munda, en el Salón de Actos de San Juan de Dios del Excelentísimo Ayuntamiento de Montilla, prosiguiendo, a continuación, a las 22.00, dictando el fallo condenatorio, en la Parroquia de Santiago Apóstol, ante la imagen del Ecce Homo.
El sentenciador inició el acto mostrando su satisfacción al ser todo un honor pronunciar la XXIII Sentencia Romana "en la ilustre e histórica ciudad de Montilla", debido a la amistad que le une con su predecesor en tal responsabilidad, el catedrático de Derecho Constitucional, Manuel Aragón Reyes, al que calificó como su maestro, "un español sin tacha y un ser humano excepcional", a quien además dirigió múltiples elogios tanto por su trayectoria profesional como por la sentencia que pronunció el pasado año.
Reconociendo lo difícil que resulta pronunciar una nueva sentencia romana condenando a un inocente, Eduardo Torres-Dulce comenzó un breve recorrido por lo que significa dicho acto, dando voz, a continuación, a Poncio Pilatos, relatando el proceso contra Jesús de Nazaret.
Ya en el Templo Mayor de Montilla, y escoltado durante el trayecto por la Centuria Romana Munda y por importantes personalidades del mundo del Derecho de nuestro país, dictó el fallo condenatorio:
"Y aún sabiéndote inocente, debo condenarte a la pena capital, porque todos somos cómplices de la indiferencia hacia tu amor, esclavos de tu misericordia, herederos salvados por el precio de tu sangre, ignorantes del prójimo, tibios en ejecutar tus mandatos, dudosos a la hora de creer en Tí, fugitivos de tu corazón que ama sin pedir nada, salvo que le abramos la puerta de nuestra vida y de nuestra alma. Por eso debo condenarte, porque mi vida tan alejada de Tí, pero tan necesitada de Tí, necesita verte clavado en la cruz de todos nuestros pecados. Y con el costado atravesado por la lanza de un romano, poder meter la mano de mi pobre fe en tu corazón tan lleno de amor", relató el sentenciador.
Finalmente, Torres Dulce pronunció "arrepentido de todos mis pecados este fallo", en el que "declaro que debo condenar y condeno a Jesús de Nazareth a muerte y a muerte de cruz.".
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