19.5.15

Programa de actos y plano de casetas de la Feria de Córdoba



La feria en honor a Nuestra Señora de la Salud de Córdoba es la feria principal de la capital y el evento más destacado del mayo festivo cordobés, al que pone su broche de oro. Data del siglo XVIII y se celebra en la última semana de este mes de mayo -del día 23 al 30- en el recinto de El Arenal, una amplia llanura, junto al Guadalquivir, con más de treinta hectáreas de extensión que, en estos días, se puebla de casetas y atracciones donde existen infinitas ofertas de ocio.

La alegría de las sevillanas, el vino fino, las tapas, el sombrero cordobés y las peinetas dan color y sabor a la ciudad, una celebración que vuelve a convertirse en la expresión popular de su forma de ser y de entender la vida de los cordobeses. Y estos valores, estas señas que les identifican, volverán a convertirse en el centro de esta feria y en su razón de ser.

Todo está listo, todo preparado, para que en estos días la alegría vuelva a El Arenal, para que las calles del recinto ferial sean el reflejo de la armonía y del reencuentro, de la hospitalidad de una ciudad que sabe reconocerse en el diálogo.


Desde el mediodía hasta el amanecer, este recinto ferial será un bullir constante de cordobeses y visitantes, dispuestos a despedir el mes más hermoso de Córdoba con la misma alegría y ganas de diversión que habrán ido marcando todas las festividades de mayo.

El peso de la organización corre a cargo del ayuntamiento, pero en esta fiesta de participación absoluta, hermandades, peñas, asociaciones vecinales y culturales, organizaciones no gubernamentales, empresas, organismos públicos, trabajadores por cuenta propia y voluntarios de Cruz Roja, aportan también una infraestructura y un trabajo agotador que revierte, además de en esplendor, en una extraordinaria atención al público.

Más de un millón de visitantes cruzan por El Arenal en estos días, bajo el sol o entre el firmamento nocturno de colores, luces y farolillos. El baile y la camaradería inundan las calles del Real y las casetas, abiertas siempre de par en par a todo el público. Porque en Córdoba no existen recintos cerrados ni vetos en estos treinta y un días, sino un ambiente cordial y acogedor, en el que todas las edades y clases sociales ocupan un espacio común, creando al mismo tiempo, múltiples ambientes diferenciados.


En esa hora mágica que representa las doce de la noche, el 24 de mayo el cielo se salpica de colores, con los fuegos artificiales que inauguran la feria, abriendo paso a la alegría, los reclamos de las atracciones, la música estridente, las melodías, el flamenco, el folclore y los encuentros y reencuentros que darán paso a las comidas sociales, amistosas, de hermandad o en familia, entre un desfile interminable de caballistas, carruajes, preciosos trajes de gitana y de corto, llevados con elegancia, que caracteriza a las gentes de Córdoba.

Es el inicio de la feria que anuncian las casi 300.000 bombillas, encendidas al unísono ante los ojos de los miles de espectadores allí concentrados. Ante ellos se abrirá un bellísimo paisaje de colores y fantasías, que alcanza su visión más sorprendente en las inmensas arcadas de la puerta principal. El pórtico del Real –distinto cada año y que siempre reproduce los arcos y la torre alminar de la Mezquita cordobesa- sigue siendo uno de los detalles más admirados y esperados por el público, tanto por su arquitectura como por su originalidad, que ha ido alcanzando progresivamente un mayor esplendor, desde el traslado de la feria en 1994 de su antigua ubicación en los jardines de la Victoria hasta El Arenal.

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