31.1.16

Mario Vargas Llosa escribe un artículo acerca del Inca Garcilaso de la Vega denominado 'El primer peruano'


Entre las muchas buenas y justas cosas que se han dicho sobre el Inca Garcilaso de la Vega, la excelencia de su prosa, su idílica visión del tahuantinsuyo, sus esfuerzos por armonizar la alta civilización de los incas con las culturas que la precedieron y el enriquecimiento que significó el aporte de la civilización cristiana y occidental al legado cultural prehispánico, no se ha subrayado lo suficiente su reivindicación del mestizaje.


Para valorar en toda su significación y audacia esta defensa del mestizaje que hizo el Inca Garcilaso, hay que tener presente el contexto en que el gran escritor cuzqueño llevó a cabo su titánica obra histórica en la que, valiéndose de sus propios recuerdos y consultando no muchas fuentes, trazó la historia del Incario y la conquista del Perú por los españoles. Era una época en la que todavía se discutía si los indios tenían alma y eran hijos de Dios o pertenecían al reino animal. El Inca se proclama, con orgullo, hijo de una princesa Inca y de un conquistador español, y no ve en ello minusvalía alguna ni desde el punto de vista racial, ni religioso, ni cultural. Por el contrario, se ufana de esta condición y, visionariamente, insinúa que el futuro de la sociedad americana se nutrirá por igual de los grandes aportes que las civilizaciones inca y española darán a ese mundo del que él mismo es adelantado.

Este aspecto de la obra del Inca Garcilaso de la Vega revela en él una lucidez y una gallardía intelectual muy notables. La idea del mestizaje racial y cultural estaba muy lejos de ser aceptada en la España y la Europa renacentistas. Por el contrario, era rechazada como un pecado y un empobrecimiento de la cultura y de la raza que condenaba a quienes practicaban esas mezclas a la degeneración y el atraso. En su refugio andaluz, el Inca Garcilaso sale al frente de semejantes prejuicios y proclama que de la unión de incas y españoles nacerá una sociedad distinta, enriquecida por la influencia de dos tradiciones, ambas altamente creativas y originales, y de la que nacerá un mundo diferente, una nueva civilización que trascenderá sus propios componentes.

Solo a fines del siglo XIX y comienzos de XX, la idea del mestizaje como un hecho positivo y creador se extiende por el mundo y, en América Latina, alcanzará su apogeo con la revolución mexicana. A partir de entonces, sociólogos, antropólogos e historiadores reivindicarán como una fuente de mejora y progreso la integración de lo indio y lo español, y algunos, como el mexicano José Vasconcelos, hablará incluso, orgullosamente, de una “raza cósmica”.

Con motivo de este IV centenario en que celebramos a uno de los grandes escritores de nuestra lengua nacido en el Perú, conviene recordar que, entre sus méritos figura el de haber sido uno de los primeros intelectuales en el mundo en haber defendido el mestizaje como una fraternidad en la que culturas de distinto signo se confunden en una nueva que aprovecha lo mejor de cada una de ellas para hacer avanzar a la humanidad hacia horizontes mejores.

'El primer peruano' no solo fue un gran prosista y un historiador de alto vuelo. También un defensor y promotor de la idea de que no hay razas superiores ni inferiores, que todas ellas representan una de las distintas manifestaciones de la diversidad humana y que, en vez de rechazarlo y combatirlo, hay que impulsar el mestizaje como un mecanismo feliz de integración y progreso para los seres humanos.

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