Comulgar con la sangre de Cristo,
es ser amigos hasta la sangre,
hasta dar la vida
por el amigo.
Comulgamos con la sangre de Cristo
con el riesgo de su Espíritu,
con el fuego de su amor,
con los sentimientos de su corazón:
unidos por la sangre,
la Savia Divina.
Comulgamos con la sangre de Cristo
es comulgar con la sangre del hombre,
vertida en todo los altares del mundo,
en todos los surcos de la tierra:
en los campos de batalla y en las calles del terror,
en las cárceles,
en las carreteras y en los hospitales,
un cáliz enorme, que se desborda,
caliz de bendición.
Comulgar con la sangre del hombre,
asumir las cusa de los mártires,
denunciar las injusticias asesinas,
aliviar las profundas heridas,
hacer eucaristía con el dolor de todos los hombres.
Un solo cáliz en el altar, grande como el mundo,
con la sangre de Cristo, inocente,
con la sangre de todas las víctimas e invocaré el nombre del Señor.
SOR MARGARITA / MADRES CONCEPCIONISTAS DEL MONASTERIO DE SANTA ANA DE MONTILLA
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