13.3.16

María Soledad Gómez, doctora en Historia, pregona la Semana Santa de Montilla


En el mediodía de hoy domingo, día 13 de marzo, ha tenido lugar, en la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila, el pregón de la Semana Santa de Montilla del año 2016, que ha sido pronunciado por la montillana, María Soledad Gómez Navarro, doctora en Historia, tras el concierto que ha ofrecido la Coral Montillana de Antiguos Alumnos Salesianos, bajo la dirección de Diego Hernández Gomariz.



Se ha encargado de su presentación la también historiadora montillana y archivera municipal en el Ayuntamiento de la localidad, Inmaculada de Castro Peña, a quienes les une una gran amistad desde hace más de 40 años, y a la que la pregonera considera casi como una hermana.

Propuesta por Francisco Solano García Jiménez, hermano mayor de la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor, que fue quien se puso en contacto con ella para ofrecerle pregonar la Semana Santa de Montilla, María Soledad Gómez reside en la capital cordobesa, donde trabaja como profesora titular de la Universidad de Córdoba. En fechas recientes, ha recibido, en su apartado de Historia, el Premio Juan Bernier, otorgado por la Asociación 'Arte, Historia y Arqueología' de Córdoba.

Siente una gran devoción desde la infancia hacia el Santísimo Cristo del Amor, obra de Amadeo Ruiz Olmos, a cuya hermandad pertenece, y a Nuestra Madre María Auxiliadora, además de una gran debilidad hacia Nuestra Señora de la Soledad de Montilla, al ser, para ella, tan majestuosa en su dolor. Asimismo, es hermana, desde hace muchos años, de la Real, Venerable e Ilustre Hermandad Servita de Nuestra Señora de los Dolores Coronada y Santísimo Cristo de la Clemencia de Córdoba, por cuya imagen del titular, obra, igualmente, de Amadeo Ruiz Olmos, siente también una manifiesta devoción.

El pregón de María Soledad Gómez Navarro ha expresado su percepción y su visión personal sobre por qué celebramos la Semana Santa, por qué sucedió el centro de dicha celebración, es decir, por qué Jesucristo fue sentenciado a morir en la cruz, y el para qué de la misma, que, en realidad y en el fondo, es también un por qué, pues aquella finalidad está implícita en la causa que motiva la Semana Mayor que conmemoramos.

En relación a ese doble objetivo se encuentran, por consiguiente, las dos partes que lo han estructurado. Los evangelios, con sus peculiaridades como fuente de conocimiento, con lecturas muy variadas sobre la extensa bibliografía existente sobre Jesús de Nazaret, su propia profesión de historiadora y su consideración de católica practicante, han sido la base que han sustentado el mismo.

De este modo, el perfil, el enfoque y gran parte de su contenido han sido de índole culturalista, al ser la Semana Santa, además de fenómeno religioso, de tipo cultural, desde una perspectiva que María Soledad Gómez Navarro ha conocido por sus propias investigaciones como historiadora. De igual manera, ha tenido presente al Jesús histórico y al de la fe, el judío y el cristiano, pues ambas facetas son indisociables, y por supuesto, la sociedad de su época y su problemática.



La primera parte del pregón ha desarrollado la argumentación que justificó la muerte de un justo, teniendo en cuenta que en su vida mortal el Profeta de Galilea sólo pasó haciendo el bien. Para ello, se ha apoyado para esta reflexión precisamente en la compleja, complicada y conflictiva sociedad de su tiempo. De forma singular, en qué significa e implica su predicación del Reino de Dios, la última semana de su vida y qué consecuencias acarrea, en uso de la libertad y la voluntad humanas de “matar a Dios”.

Y ahí justamente arrancó la segunda parte de su pregón, por cuanto, culturalmente, ese hecho supone una constante histórica presente en otras muchas culturas de nuestro ámbito cultural, teniendo en cuenta que nuestra cultura es judeo-cristiana y greco-latina, y que quizás también actuó en la construcción del cristianismo, la del eterno retorno como expiación necesaria que necesita el ser humano ante una magno y desconcertante hecho cultural.

Apoyada, obviamente, también en sus evocaciones de sus Semanas Santas montillanas, es en esa segunda parte donde María Soledad Gómez desarrolla el sentido de la Semana Santa como fenómeno cultural y donde imbrica la montillana, pero como parte de todo un proceso cultural más amplio, de cadena eterna de expiación y esperanza, al que invitó a seguir contribuyendo y con cuyo lance concluyó su pregón.

Tampoco faltó en el mismo la liturgia de la Semana Santa, que a la pregonera personalmente le encanta, y que para ella es parte de la necesaria vivencia de esta, como el triduo sacro, el cual solía hacer junto a su madre en el Monasterio de Santa Ana de Montilla.

BENJAMÍN PORTERO DUQUE / PASIÓN POR MVNDA
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR / MONTILLA DIGITAL

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