Con motivo de la solemnidad de la Santísima Trinidad que celebramos hoy domingo, día 22 de mayo, las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada de María del Convento de Santa Ana de Montilla, y en concreto Sor Margarita, nos remiten el siguiente artículo, escrito por Sor Beatriz Mumbua, ilustrado con su correspondiente imagen, que reproducimos a continuación.
El alma, morada de Dios uno y trino: contemplando el Rostro de la Misericordia
A Dios Uno y Trino, la gloria por los siglos de los siglos. ¡Oh Trinidad Santa, Padre, Hijo y Espíritu Santo! ¿Quién pudiera amarte, alabarte, adorarte y glorificarte como lo mereces?
El que me ama, lo amará mi Padre y yo lo amaré, y vendremos a Él y en Él haremos morada (Cf. Jn 14, 23). ¡Qué cosa tan bonita es ser habitada por la Santísima Trinidad! Sólo el alma transparente y limpia de todo pecado puede expresar este misterio, puede contar y cantar con gozo esta presencia de las Tres Personas Divinas.
Yo quiero ser morada de Dios Uno y Trino. Pido, deseo y suplico a Dios que haga su habitación en mi alma. Por la misericordia de Dios, mis esfuerzos de cada día intentan hacer que Dios construya su casa en mí. Hay veces que experimento en mí esta presencia trina y otros momentos no tanto.
Nuestros pecados son el gran obstáculo que nos impide contemplar claramente a Dios. Si hacemos bien el examen de conciencia, si confesamos de corazón nuestros pecados con el dolor y el propósito de evitar el mal, entonces Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo vendrán a nosotros y habitarán dentro de nosotros.
Aceptar que viva en nosotros la Santísima Trinidad, es aceptar vivir en el mismo cielo que el alma anhela. La Virgen acogió el mensaje del ángel con todo su ser y con su fiat atrajo hacia ella todas las gracias. Por eso, la llamamos la llena de gracia. Se hizo morada de Dios Uno y Trino. Santa Beatriz de Silva en toda su vida vivió adorando el Misterio de la Santísima Trinidad.
Esta es nuestra vocación contemplativa: contemplar y adorar continuamente este misterio. Nos dice Jesús: todo lo que tiene el Padre es mío y también el defensor que os enviará mi Padre en mi nombre: el Espíritu Santo. (Cf Jn 14, 26). Amemos a Jesús ya que por él conocemos al Padre y por él recibimos el Espíritu Santo. Así, Dios Uno y Trino habitará dentro de nosotros.
SOR BEATRIZ MUMBUA
MADRES CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS DE SANTA ANA DE MONTILLA
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