19.5.16

El imaginero lucentino López del Espino recibirá la medalla de plata de las Arts Sciences Lettres de París


Trabajó durante tres años con el insigne imaginero cordobés Antonio Bernal Redondo

El próximo sábado, día 4 de junio, el lucentino Francisco Javier López del Espino recibirá la medalla de plata por su labor como escultor-imaginero de la Academia Arts Sciences Lettres de París. El acto de entrega se realizará en el Salón de la Ópera de la capital francesa y posteriormente se celebrará una cena de gala.

"Se trata de una distinción que me puede abrir muchas puertas en otros ámbitos de la escultura y por los que también me siento atraído. Sin duda, también me servirá para continuar trabajando con la misma dedicación y todo el esfuerzo que empleo a diario en este oficio que tan feliz me hace. Gracias de corazón a todos los que me mostráis vuestro apoyo a diario. Todos sois también parte de mi obra", manifestó.


El escultor-imaginero Francisco Javier López

El escultor-imaginero Francisco Javier López del Espino nació en el seno de una familia humilde y trabajadora, cursando estudios primarios en Lucena. Su sensibilidad artística fue evidente desde pequeño, ya que desde que tiene uso de razón recuerda haber dibujado y pintado infinidad de imágenes, hasta que en la adolescencia empezó a sentir atracción hacia la escultura, y en especial, hacia la imaginería.

A los 17 años, con la intención de empezar a formarse como imaginero, se traslada a Córdoba para realizar los estudios de Grado Medio de talla artística en madera. Con posterioridad, inicia el Grado Superior en escultura, a la vez que entra a trabajar con el imaginero cordobés Antonio Bernal Redondo, con el que permanece durante tres años.

Para enriquecer su aprendizaje como imaginero, también trabaja durante dos años y medio en la escuela taller La Merced VI, encargada de reconstruir el retablo mayor de la Iglesia de La Merced en el edificio de la Diputación de Córdoba. Desarrolla su labor como oficial en el módulo de imaginería, ejerciendo labores de policromía, dorado, restauración, etcétera.


Finalizado el periodo de estudio y aprendizaje, se traslada a Lucena, donde abre su propio taller en la calle Julio Romero de Torres, número 21. Enseguida comienzan a llegar los encargos, y la buena reputación adquirida entre sus clientes ha posibilitado que el trabajo no le falte.

Tiene el orgullo de tener una de sus obras más queridas: la escultura de San Juan Pablo II, bendecida por el Papa Francisco en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, y de contar con obras en Sevilla, Almería, en la localidad gaditana de Conil, Córdoba, en la ciudad conquense de Tarancón, en el municipio madrileño de Ciempozuelos, Ciudad Real, en la localidad alicantina de Elche, Albacete, en el municipio ciudadrealeño de Malagón, en la ciudad sevillana de Écija, en la localidad cordobesa de Lucena, Huesca, Valencia, en el municipio jienense de Porcuna, Guadalajara, etcétera.

"Lo que busco como escultor es que mis imágenes trasmitan un sentimiento determinado, igual que lo transmite una persona. Para ello, trato de imprimirles la divinidad que cualquier imagen religiosa debe tener: la tristeza, la belleza, el sufrimiento y el dolor, con la intención de que parezca que la imagen que estamos contemplando posee el mismo sentimiento que nosotros. Para mí, como escultor-imaginero, desabrocharme el alma y volcar todos mis sentimientos sobre el barro o la madera resulta, aparte de algo indescriptible, una obligación", concluye.


REDACCIÓN / PASIÓN POR MVNDA

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