6.11.16

La figura de don Antonio Ferrete, Hijo Adoptivo de Montilla y consiliario de honor del Cristo del Amor


En la tarde-noche de ayer sábado, día 5 de noviembre, a partir de las 20.00, la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor celebró una eucaristía de acción de gracias que sirvió para clausurar su 75º aniversario fundacional, y que tuvo lugar, igualmente, en honor de sus hermanos difuntos, en su sede canónica, la Iglesia-Santuario de María Auxiliadora.

De este modo, y tras este acto, la corporación del Miércoles Santo montillano bendijo una placa dedicada a su consiliario honorario y perpetuo, don Antonio Ferrete, en la sala de la Residencia Salesiana que lleva su nombre, y que reza así: "Del colegio Salesiano salió el Cristo del Amor, derramó sus bendiciones y a su templo regresó, dueño de los corazones".


Don Antonio Ferrete, Hijo Adoptivo de Montilla

El sacerdote salesiano don Antonio Ferrete Carrasco nació en la localidad sevillana de Morón de la Frontera el 13 de febrero de 1923, falleciendo al mediodía del 2 de marzo de 2011 en Sevilla, a la edad de 88 años. Entró por primera vez a Montilla, con tan solo trece años, para ingresar en el aspirantado salesiano, en tiempos especialmente difíciles, en concreto, el 14 de octubre de 1936, etapa que se extenderá hasta 1941.

Volvió de nuevo, recién ordenado sacerdote, en 1951: “Aquí estrené mi sacerdocio”, permaneciendo hasta 1957. Confesó que en 1951 “encontré aquí niños dóciles, alegres, cariñosos, con los cuales daba gusto trabajar y a los que dedicaba todos los días un poco de canto”. A muchos chavales de sus clases los encontró también en la rondalla de niños, luego en el Círculo Domingo Savio, más tarde en la rondalla de los veteranos, y en los padres de alumnos, y en la sin par Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos... Y a sus novias y señoras en la Asociación de María Auxiliadora...

Podría decirse que Montilla, desde entonces, le robó el corazón. Por tercera vez, regresó en septiembre de 1979, permaneciendo hasta el año 2005, fecha en la que fue destinado a Córdoba. En total, treinta y siete años entre los montillanos y dedicados a los niños y jóvenes de nuestra ciudad de este querido educador salesiano.


Momento especialmente emotivo para él fue su nombramiento, el 18 de mayo de 2005, a partir de las 20.30 de la tarde, como Hijo Adoptivo de Montilla, al finalizar el ejercicio de la novena de María Auxiliadora, siendo alcalde de la ciudad Antonio Carpio Quintero, y asistiendo al acto representantes del Ayuntamiento de Morón de la Frontera. Tras dicho nombramiento, a partir de las 22.30, tuvo lugar una cena en un conocido restaurante montillano.

Pero si el nombre de don Antonio Ferrete se asocia indeleblemente al de Montilla, también otras ciudades conocieron su bondad y buen hacer: Málaga, Úbeda, Guía, Pedro Abad, Córdoba, Ronda y Antequera. Entre las muchas labores que desempeñó en estos lugares destacó su amor predilecto hacia los grupos de la Familia Salesiana.

Después de que en la tarde del 3 de marzo de 2011, la Familia Salesiana y el pueblo de Montilla tuvieran la oportunidad de despedirse para siempre de él, al día siguiente, a partir de las 11.00 de la mañana, se celebró el funeral para que, como era su voluntad, sus restos pudieran ya descansar para siempre en la tierra que lo hizo y lo vio feliz. "La sencillez, la honestidad, la presencia atenta y entrañable trazan el carácter de un hombre que proyectó los valores del ideario de Don Bosco", resaltó el entonces director del colegio Salesiano San Francisco Solano, Gabino Carmona Colón.


Don Antonio Ferrete, consiliario de honor y perpetuo de la hermandad

En la asamblea general ordinaria, celebrada en abril de 2012, a propuesta de Francisco Solano García Jiménez, hermano mayor de la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor, fue otorgado, y aprobado por unanimidad, el título de consiliario honorario y perpetuo a don Antonio Ferrete Carrasco, dando los asistentes un cariñoso, largo y sonoro aplauso ante dicho nombramiento, que conforme a lo dispuesto en el artículo 3, punto 6, de los estatutos de la corporación del Miércoles Santo montillano, fue elevada la propuesta para su aprobación al obispo de Córdoba, siendo finalmente ratificada.

En dicha asamblea, el hermano mayor presentó la propuesta para el mencionado nombramiento, tras la cual tomó la palabra Agustín de la Cruz para realizar una breve semblanza en la que resaltó su gran calidad humana y su continuo testimonio de fe. Entre otras cosas, destaca que don Antonio no faltaba a ninguna reunión ni encuentro. Fue el auténtico “Juan” que, como tal, nunca se había separado de la cruz: siempre estaba con su hermandad.

Don Antonio, por su problema en la vista, quería siempre cerrar el vía crucis del Santísimo Cristo del Amor. Por su condición de consiliario, podría tener un lugar destacado en el desfile de la estación de penitencia, pero él no quería ser el primero sino el último, cerrando el cortejo y así servir mejor a la hermandad.


Es de tener en cuenta el cariño con que manifestó en repetidas ocasiones su deseo de ser enterrado con la túnica de penitente del Santísimo Cristo del Amor. Él confiaba siempre en María Auxiliadora y en el Cristo del Amor. Una imagen que nunca olvidará Agustín de la Cruz es ver a don Antonio en la Iglesia-Santuario de María Auxiliadora, rezando solo en cualquier oportunidad que se le ofrecía. Don Antonio en todo momento demostró un gran amor por la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos de Don Bosco y por la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor.

Así, se exponen sobrados merecimientos para que don Antonio fuera nombrado consiliario honorario y perpetuo y se manifiesta el deseo de que se coloque una placa conmemorativa en la Casa Salesiana. De la misma manera, se adhirieron al nombramiento todos los asistentes a esta asamblea.

Arturo Polo calificó a don Antonio como una buena persona y buen salesiano. José María Portero destacó su humildad, llevando su farol de penitente como un hermano más. Manuel del Árbol lo definió como una persona muy inteligente y preparada, y era sumamente delicado con cuantos temas había que tratar en las reuniones de junta.

Francisco Jiménez destacó la sutileza de don Antonio, un hombre sabio que sabía poner la palabra justa en el momento idóneo. Si en alguna reunión surgía alguna discusión, él sabía reconducir el tema con su palabra y su bien hacer. Luis Ruz dijo que bendita sea la hora en que don Antonio se acordó de él para convencerlo para presentarse al cargo de presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos. Dio las gracias por los consejos que de él continuamente recibía y, entre ellos, una frase que no olvidará fue “la presencia es amor”, y ello significaba que, bien como personas, bien como hermandad, teníamos que hacernos presentes en cuantos actos se nos invitase.


Manuel Luque-Romero pidió que, al igual que se hizo el Jueves Santo anterior a esa fecha, que se llevó uno de los centros de flores del paso del Santísimo Cristo del Amor a la tumba de don Antonio Ferrete, se hiciera todos los años. De esa forma, las futuras generaciones se interesarían por don Antonio Ferrete y así su recuerdo y sus enseñanzas perdurarían.

Francisco García, hermano mayor, manifestó que estaba convencido de que don Antonio estaría orgulloso de oír desde el cielo las muestras de cariño y seguro que estaría pidiendo por todos los hermanos del Santísimo Cristo del Amor y por sus familias.

Finalmente, intervino José Antonio Urbano, secretario por aquel entonces de la corporación, al que don Antonio le denominó “presidente consorte” por haber estado su esposa vinculada a la Asociación de María Auxiliadora durante quince años: ocho como presidenta y el resto como secretaria. De hecho, le tenía presente diariamente.

BENJAMÍN PORTERO DUQUE / PASIÓN POR MVNDA
FOTOGRAFÍAS: HDAD. DEL STMO. CRISTO DEL AMOR

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