18.9.18

¿Sabías que el Convento de Santa Clara conserva un fragmento de la cruz y una espina de la corona que llevó Jesús sobre su cabeza durante su Pasión y Muerte?


LA GRANDEZA DE MONTILLA: El Monasterio de Santa Clara conserva dos piezas auténticas del sacrificio de Cristo: se custodia un fragmento de la cruz y una espina de la corona, las cuales solo se pueden contemplar y venerar, un vez al año, tras la procesión de Nuestro Padre de Familias, la milagrosa y sagrada imagen de Jesús Crucificado que presidió varias sesiones del Concilio de Trento.

El pasado domingo, al regreso del emotivo cortejo, presidido por la milagrosa y sagrada imagen de Nuestro Padre de Familias al incomparable marco del Monasterio de Santa Clara, se dieron a venerar y a besar, en el citado templo, a una gran cantidad de fieles y devotos, y como viene siendo tradicional, dos relicarios.


Se tratan, concretamente, de las reliquias de la Pasión de Cristo que llegaron hasta este claustro del convento del siglo XVI, donde allí se custodian y se conservan por mediación de Gómez Suárez de Figueroa, duque de Feria, y de la emperatriz Isabel de Portugal a través de Fray Luis de Granada.

De este modo, las religiosas de este monasterio conservan un fragmento de la Cruz de Cristo y una espina de la corona que llevó sobre su cabeza durante la Pasión y Muerte. Los dos objetos sagrados se conservan en buen estado en sus correspondientes relicarios a los que acompaña la "auténtica", que acredita la veracidad de estos dos testimonios de gran valor para la comunidad religiosa que habita el convento.

Tanto el Lignum Crucis como la Santa Espina aparecen relacionados en la Crónica Franciscana del siglo XVII, lo que confirma la veracidad de su origen y las circunstancias que influyeron en su llegada a Montilla. La espina de la corona llegó al monasterio clariso, en el siglo XVII, por donación del duque de Feria, embajador en la Santa Sede, que, a su vez, la recibió del cardenal Madruzio, procedente de la Catedral de Colonia, en Italia, donde fue depositada por el emperador Federico II, según el que fuera cronista de Montilla, tristemente fallecido Enrique Garramiola.

Por su parte, en cuanto al Lignum Crucis, fue depositado en el convento por la emperatriz Isabel de Portugal, para la condesa de Feria, en el siglo XVI. La donación fue realizada a través de Fray Luis de Granada.

BENJAMÍN PORTERO DUQUE / PASIÓN POR MVNDA

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