El número de personas que necesitan asistencia humanitaria se ha incrementado hasta la cifra récord de 235 millones en 2021, ha informado Manos Unidas, en el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria que se conmemora cada 19 de agosto.
Al respecto, el último Informe de Naciones Unidas no deja lugar a dudas: los conflictos, el deterioro medioambiental, la pobreza, el hambre y, en el último año, la emergencia derivada de la pandemia ha llevado a poner al límite la supervivencia de millones de personas, fundamentalmente en los países más empobrecidos.
Según explica Encarni Escobar, del Departamento de Proyectos de Manos Unidas, “hay situaciones en las que la ayuda y la asistencia humanitaria son fundamentales para evitar tragedias mucho más graves entre los colectivos de población más desfavorecidos”.
Terremoto en Haití
“Prueba de ello es, en estos momentos Haití, donde un terremoto de magnitud 7,2 ha sembrado el caos y la destrucción en la región sur del país. Para dar respuesta a esta situación, nuestra ONG trabaja en estos momentos junto a sus socios en la zona para identificar las necesidades más inminentes de la población afectada”.
Por su parte, Lucas Bolado, coordinador de proyectos de Manos Unidas en ese país explica que, en estos primeros momentos, lo que faltan son los elementos de primera necesidad, como agua, productos de higiene, comida o medicamentos. “Nuestros socios están evaluando qué tipo de kits de emergencia serán más necesarios y nos harán saber sus necesidades una vez decidan cuál es la mejor manera de proceder”.
Ayuda inmediata
Aunque Manos Unidas es una ONG de desarrollo, “hay ocasiones –señala Escobar- que requieren que parte de los fondos se dediquen a atender situaciones críticas para las que los socios locales piden una ayuda inmediata para poder acudir en auxilio de las personas más perjudicadas”.
Esto es lo que viene sucediendo en el último año y medio, en el que las peticiones de ayuda de emergencia que se reciben en la ONG se han incrementado considerablemente con motivo de la pandemia del coronavirus.
“En economías prácticamente de subsistencia, en las que el apoyo estatal es casi testimonial, sobrevivir a las consecuencias de una pandemia mundial como la que nos afecta es, para millones de personas, un desafío que raya la heroicidad”, manifiesta Encarni Escobar.
En 2020, tal y como publicaba en su memoria anual, Manos Unidas dedicó un tercio de los 506 nuevos proyectos en los que trabajó a apoyar iniciativas de emergencia, dirigidas tanto a la asistencia a personas vulnerables, que habían visto su vida amenazada por la pandemia, como a quienes necesitaron ayuda urgente por otras causas no relacionadas con el coronavirus. Esta ayuda extraordinaria, que alcanzó a 1,4 personas, se materializó en 172 proyectos de acción humanitaria, por valor de casi 4,9 millones de euros.
“En 2020 –relata Encarni Escobar-, con el COVID-19 nos tuvimos que enfrentar a nuevos tipos de emergencias que nunca habíamos contemplado. Solo de abril a diciembre atendimos 136 proyectos relacionados con el coronavirus en 36 países”. Unos proyectos de emergencia con los que Manos Unidas contribuyó a hacer frente a necesidades tan variadas como la alimentación, los programas de sensibilización, la formación del personal sanitario, el refuerzo de centros médicos o la dotación de fuentes de agua, productos higiénicos y de protección.
Unas ayudas que se han mantenido en 2021, cuando la ONG ha seguido apoyando proyectos de emergencia relacionados con el COVID-19, especialmente en India donde la segunda ola de coronavirus ha golpeado a la población con mucha fuerza. “En lo que va de 2021 hemos aprobado más de 30 iniciativas en este sentido. Entre ellas, destacan las encaminadas a suministrar oxígeno en instituciones médicas que atendían a personas vulnerables que habían contraído la enfermedad, el reparto de ayuda alimentaria y los proyectos de prevención en zonas rurales remotas.
Más allá de la pandemia
Pero en 2020, Manos Unidas dio también respuesta a las peticiones de emergencia y de ayuda humanitaria derivadas de fenómenos climáticos como inundaciones, ciclones o huracanes que arrasaron con todo lo que encontraron a su paso y que, de la noche a la mañana, destruyeron infraestructuras y vidas. “En estos casos, nuestros socios locales suelen reaccionar con prontitud porque es fundamental dar una respuesta inmediata a las necesidades de unas personas –generalmente las más vulnerables- que lo han perdido todo”, comenta Encarni Escobar.
“Tampoco nos olvidamos de las personas que tuvieron que huir de la violencia en países como Burkina Faso, Mozambique, Camerún o RD Congo y de las `personas en movilidad´, como los solicitantes de asilo o los migrantes, desplazados o retornados de diferentes países como Marruecos o Colombia”, añade Encarni Escobar. “Y en lo que va de 2021, desgraciadamente –lamenta Encarni Escobar-, hemos tenido también que apoyar, entre otras, a personas víctimas de los conflictos de Gaza y del Tigray, en Etiopía”.
Según Encarni Escobar, la ayuda humanitaria y de emergencia de Manos Unidas nunca podría llegar a tantas personas si fuera por el empeño y el trabajo de los socios locales de la ONG -pertenecientes, muchos de ellos, a instituciones religiosas- que conviven con las poblaciones a las que apoyan y acompañan aún en los momentos más difíciles.
“Ellos son nuestros trabajadores humanitarios, personas llenas de humanidad que hacen suya la suerte de los más desfavorecidos. Ellos son el alma de nuestro trabajo y la piedra angular de nuestros proyectos”, asegura Encarni Escobar. Junto a ellos, Manos Unidas seguirá atendiendo, como desde hace 62 años, a las personas más vulnerables en situaciones de vital importancia.
REDACCIÓN / PASIÓN POR MVNDA
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