9.5.14

El 9 de mayo de 1965 se coronó canónicamente a la Virgen de los Dolores de Córdoba ante miles de personas


La fiesta más excepcional de mayo

Entonces todavía no se hablaba del mayo festivo, aunque de todo lo que se ha celebrado en Córdoba en el quinto mes del año, pocos acontecimientos han tenido más brillo y excepcionalidad. De quienes abarrotaron las calles aquel día, pocos habían visto algo similar, y tardarían en verlo, si es que se ha repetido. El 9 de mayo de 1965, hace hoy 49 años, el cardenal Bueno Monreal coronó canónicamente a la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores. Dentro de un año, su Cofradía celebrará el medio siglo desde aquel día imborrable.


La Virgen de los Dolores de Córdoba, en el Altar de su Coronación Canónica / Archivo: Hermandad

Era la rúbrica de un Papa, Pablo VI, a una devoción que entonces ya tenía más de dos siglos de antigüedad y que se había extendido por los corazones y por los hogares de la ciudad con una Imagen inmutable de serenidad y belleza. Fue un día excepcional en todo. La Virgen de los Dolores amaneció en la Catedral, vestida con el mítico manto de las Palomas, la valiosa pieza azul celeste que diseñó Enrique Redel en el siglo XIX y que impactó por desprenderla del negro, aunque fuera para las ocasiones especiales y nunca para el luto del Viernes Santo.

Lucía también la saya blanca del Espíritu Santo y una diadema, a la espera de la Corona de Reina que tenía que ceñírsele. Ya había salido así el Viernes Santo de aquel 1965, con la Coronación en el horizonte. Salió de la Catedral y se dirigió por Campo Santo de los Mártires hacia el Altar de la Coronación, que siguieron miles de personas en un espacio infinito: la explanada junto al hotel Meliá, entre los jardines de la Victoria y la avenida del Conde de Vallelano. Allí, en un acto que por primera vez se celebraba en la ciudad, el cardenal José María Bueno Monreal, entonces arzobispo de Sevilla, le impuso la Corona, la que había labrado Rafael Peidró unos años antes, pero restaurada y enriquecida.




Acudieron las primeras autoridades del momento, con el ministro egabrense José Solís a la cabeza, aunque el protagonismo fue del pueblo de Córdoba, que diez años más tarde sería nombrado Hermano de Honor de la Cofradía. Con un cielo de azul tan radiante como el manto, la Virgen volvió después a San Jacinto con la compañía de sus devotos, incontables por toda la ciudad. Desde entonces, el 9 de mayo es un día para Ella y no han faltado los Besamanos: el último, en 2010, cuando este día cayó en domingo y la Virgen volvía a llevar la saya del Espíritu Santo. Dentro de un año, se cumplirá medio siglo y su Cofradía ya prepara los actos que recordarán una jornada excepcional.

Luis Miranda / ABC Córdoba

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