11.10.14

Noche de coplas a La Aurora en Montilla


La noche de La Aurora tiene atmósfera propia en Montilla. Noche de coplas populares, de grupos de cantores que felicitan a las Auroras al pie de los balcones, de paseos por las calles, de sopaipas con chocolate y niños dormidos en los brazos de sus padres. Una larga noche contra la que no ha podido el paso de los siglos ni el cambio de las costumbres y mentalidades.


Nuestra Señora de la Aurora, Patrona de Montilla

El epicentro de la fiesta, sin embargo, es el atrio del Templo de San Francisco Solano, al que se dirigen los grupos antes de iniciar su recorrido. En ese lugar, la madrugada del segundo sábado de octubre, la Patrona congrega a numerosos paisanos para dar cuerpo a una de las más antiguas tradiciones que se mantienen vivas en este pueblo.

Coplas

En este lugar se interpretan las coplas a La Aurora y a La Rosa. Voces que cantan los sones pausados con el ritmo lento y el acento grave de las viejas canciones dedicadas a glosar los misterios del Rosario. Pero también de cantiñas alegres que reflejan una religiosidad sencilla y casi ingenua que la tradición ha conservado intacta.

"El demonio como es tan maldito,
agarró una piedra y quebró un farol.
Y salieron los padres franciscos,
a corretearlo hasta el callejón".

Por encima de todo, es noche de alegría, de encuentro con los amigos, de asueto para los niños y de fiesta para la Hermandad que acompaña a la Virgen y asiste a los montillanos en este enclave histórico de la localidad.

"¡Qué felicidad
encontrarse a la Aurora en la calle
con todos sus hijos en comunidad!".

Los grupos de improvisadas corales recorren las calles desgranando viejas letras de un catecismo popular hecho a la medida de la gente del pueblo:

"¡Y ésta es la verdad,
que la Hostia por chica que sea,
tiene Cuerpo y Sangre de su Majestad!".

O esta otra que relaciona el sentido religioso de la fiesta con el quehacer del campo y con la costumbre de consumir las castañas y las nueces que las familias adquieren en un mercadillo improvisado con recuerdos de quinqués de carburo y cantinelas que pregonan las castañas pilongas y las nueces mollares vendidas por cientos.

"En octubre se acaba la pisa,
termina la prisa y hay tranquilidad.
Y se comen castañas y nueces
porque de otras veces
es tradicional".

El domingo, la procesión de la Patrona recorrerá calles y plazas hasta poner el punto y final.

José María Luque
Diario CÓRDOBA, 8 de octubre de 2005

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