14.8.15

El retablo mayor y la Inmaculada Concepción de la iglesia de Santa Ana ha sido noticia en Pasión en Sevilla


El pasado miércoles, día 12 de agosto, Pasión en Sevilla, pertenece al periódico ABC de Sevilla, informaba en un reportaje de Fran Piñero de 'Las diez obras desconocidas, e imprescindibles, de Pedro Roldán', entre las que se encontraba la imagen de la Inmaculada Concepción de la iglesia del Convento de Santa Ana de Montilla, así como el retablo mayor de este templo montillano en el que esta talla se encuentra.


Fotografía: Miguel Bellido Mora

En dicho reportaje detallaban que «la producción del escultor sevillano no sólo se circunscribe al ámbito cofradiero». Y es que «el fervor y la calidad artística de una imagen no tienen por qué ir de la mano. La grandeza de la Semana Santa de Sevilla es precisamente esa: la de presentar un binomio perfecto entre la devoción y lo mejor de la producción de nombres indispensables del barroco español.

Con permiso de Juan de Mesa y de Francisco de Ocampo, el protagonista de este reportaje es el escultor del Siglo de Oro con una mayor nómina de imágenes dentro de las hermandades hispalenses: Pedro Roldán.

Al Nazareno de la O, al Cristo del Descendimiento, al resto del misterio de la Quinta Angustia y a San Fernando, habría que añadir las atribuciones directas, como la del Crucificado de la Exaltación, y las realizadas con fundamento a su círculo, entre las que encontraríamos al Cristo de las Misericordias de Santa Cruz, al Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes o a la imagen de la Oración en el Huerto de Montesión, entre otras.

Sin embargo, el legado de Pedro Roldán va más allá de este patrimonio cofradiero. Trasciende incluso las fronteras de Sevilla».

La imagen de la Inmaculada Concepción

Como se apuntaba al inicio del reportaje de Pasión en Sevilla, «Pedro Roldán no sólo trabajó en Sevilla. Existen muchas obras localizadas en Cádiz, Huelva, Málaga, Jaén o Córdoba.

Sin ir más lejos, en Montilla, Roldán compuso, al completo, el retablo mayor del convento de franciscanas concepcionistas de Santa Ana, que habría que fechar entre 1653 y 1654.

Aunque el conjunto lo remata un crucificado, y en él se dan cita tallas muy interesantes como Santa Ana con la Virgen niña y Santa Catalina de Alejandría, la joya de la corona es la Inmaculada Concepción.

Como señala José Roda Peña en «Pedro Roldán. Escultor 1624-1699», esta serie de esculturas es «la primera documentada y conservada del escultor» y denota que «la plenitud barroca late en el movimiento y en los grandes planos con que se concibe, por ejemplo, el manto de la Inmaculada», una imagen que alcanza los 2,61 metros».

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