La página web Destino Norte, un espacio de noticias turísticas del norte argentino, nos habla, en un reportaje especial, del pozo milagroso de San Francisco Solano, el cual pasamos a reproducir a continuación.
A medio camino entre Trancas, en el norte tucumano, y El Tala, ya del lado de Salta, se encuentra uno de esos pequeños rincones con grandes historias que suelen sorprender a los turistas que gustan de encontrar nuevos hitos en los caminos.
Se trata del Pozo del Pescado, también conocido como Pozo de San Francisco. El oratorio se erige como un bastión de turismo religioso a la vera de la lamentablemente descuidada ex ruta nacional 9.
Entrando unos 300 metros por un camino de ripio, el viajante se encuentra con un sector verde bien cuidado que sorprende en medio del tupido monte norteño. Árboles de sombra generosa y puntos de acampe rodean una diminuta construcción con techo a dos aguas, santuario, campana en la cúspide y un altar adelante, confrontando con bancos de piedra y cemento.
El lugar seguramente no sorprenderá a quien no se tome el trabajo de indagar al respecto. O cuanto menos de prestar atención a las señales que comienzan a surgir en cuanto se deja que la paz del sitio se audeñe de los ánimos. De pronto, los intermitentes silbos de las aves se mezclan con el tintinear del agua y, cuando se mira más detenidamente esa planicie de tonos verdes que se extiende atrás y un poco a la izquierda, se advierte que es en realidad una laguna, disimulada entre la vegetación.
Y si seducido por el entorno, el excursionista se concede unos minutos de espera, seguramente verá llegar a algún lugareño que, tras dejar una ofrenda, hará tañir tres veces la campana que domina el modesto oratorio. Quizás ahí comience a comprender.
El milagro del santo
La tradición que abrazaron los tranqueños dice que San Francisco Solano tenía afinidad con los animales, talento musical y una facilidad sorprendente para obrar milagros. Muchos kilómetros al sur de donde se cuenta esta historia, dicen que el sacerdote franciscano logró que se abrieran las aguas del crecido río Salí para que su gente pudiera cruzar, derivando de esto el nombre de Río Hondo.
Pero la historia del pozo es aún más sorprendente. Solano, quien según dicen tomó su nombre del santo de Asís, fue designado junto a otros franciscanos para evangelizar a los pueblos originarios de esta parte del nuevo continente. En eso estaba con un grupo de la tribu de los Choromoros, cuando sobrevino una sequía que los hubiera obligado a emigrar, de no ser porque el santo, aseguran las crónicas de la época, clavó su bastón en el suelo, haciendo que brotara un manantial, el mismo que hoy alimenta la laguna ubicada en el predio del oratorio.
Podrá parecer una historia más de las muchas que se escuchan cuando se recorren los caminos del norte, pero lo cierto es que para los lugareños es el motivo de una devoción inquebrantable. Cada domingo, después de la pascua, se organiza una peregrinación al lugar. Y casi cada día, el santuario, que alberga una imagen de San Francisco Solano, es visitado por fieles que nunca dejan de cumplir con una arraigada creencia. Además de los rezos y las velas, conviene tocar tres veces la vieja campana, ya que dicen, así se cumple aquello por lo que se pide.
Por eso, si alguna vez pasa por Trancas y desde el monte, del lado de El Tala, le parece oír el lejano eco de un tañido, sepa que alguien está elevando una oración al santo que hizo brotar agua del suelo para poder completar la tarea que le había sido encomendada.
Referencias
El Pozo del Pescado está sobre la vieja traza de la ruta nacional 9, unos 4 kilómetros al norte de la entrada a la ciudad de Trancas, y a 3 kilómetros del acceso a la villa vieja del mismo nombre.
El entorno posee mesas de camping sin sillas, sombra, agua de vertiente y no existen sanitarios.
La proveduría más cercana está en Trancas. Lamentablemente, la ruta de acceso está en malas condiciones.
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