29.5.16

Jesús Sacramentado, Amor de los Amores | Por las Madres Concepcionistas del Convento de Santa Ana


Con motivo de la solemnidad del Corpus Christi que celebramos hoy domingo, día 29 de mayo, las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada de María del Convento de Santa Ana de Montilla, y en concreto Sor Margarita, nos remiten el siguiente artículo, ilustrado con su correspondiente imagen, que reproducimos a continuación.

Alabado sea el Santísimo Sacramentado del Altar. Por siempre sea bendito y alabado el Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¡Oh Cristo amor nuestro, te adoramos y te bendecimos porque con tu preciosa Sangre nos redimiste!


Tomad y comed, esto es mi Cuerpo..., esta es mi Sangre, sangre de la Alianza derramada por todos. (Mc 14, 22-24). ¡Cuánta gratitud debemos dar a Dios por su gran amor! Él entregó a su único Hijo por amor al mundo. (Jn 3, 169). Nos ama a cada uno en concreto y en particular. Es el Dios de la misericordia, Dios Padre que hace salir su sol sobre los justos e injustos, que hace llover sobre malos y buenos. (Mt 5, 45). Está realmente presente y vivo en la Eucaristía.

¡Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho! (Salmo 115, 12). Esta debe ser la pregunta y la preocupación de cada alma que reconoce a Jesús como salvador. ¿Qué podemos pagar a Dios nosotros pobres y miserables? ¿Qué podemos darle en cambio por toda su bondad y amor? Dios pide que solamente nos entreguemos a Él con todo nuestro ser, que le amemos con todas nuestras fuerzas y corazón, que seamos constantemente fieles a su amor, que creamos firmemente en él, que le tratemos con la misma bondad con la que Él nos trata. Y finalmente que le recibamos diariamente en la Santa Comunión.

Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios. Amor es caridad. Todo lo que lo que hicistéis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. (Mt 25, 40). Reconozcamos a Cristo en nuestros hermanos. Tratémosles como si fueran el mismo Cristo. Dar es recibir. Ofrecemos a Jesús todo cuánto tenemos socorriendo a nuestros hermanos necesitados y Jesús rico en misericordia y bondad nos bendecirá con abundancia.

“Jesús, yo quiero vivir alimentándome con tu Cuerpo y tu Sangre, verdadera comida y bebida que apaga en mí el hambre y la sed de las cosas terrenas y me hacen desear los bienes celestiales que son eternas. Haga mi corazón un sagrario vivo donde tú podrás morar en unión con el Padre y el Espíritu Santo, un Dios por siglos de los siglos. Amén”.

MADRES CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS DEL MONASTERIO DE SANTA ANA DE MONTILLA

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