26.12.17

El Museo de Boston conserva el dibujo preparatorio del lienzo del milagro de San Francisco Solano y el toro


Boston, Massachussetts, Estados Unidos. Hasta allí podría llegar la celebración del Año Murillo. Allí se encuentra el Museum of Fine Arts, que atesora la segunda colección permanente más importante del país tras los fondos del Metropolitan de Nueva York. Inaugurado en 1876, el Museo de Boston expone obras maestras de Van der Weydem, Velázquez, Rembrandt, Jordaens, Gauguin, Manet, Renoir, Van Gogh, Cezánne, Degas, Singer Sargen, John Singleton... No falta Murillo. Quizás un desconocido Murillo.


Aunque catalogado como obra de la escuela, aparece firmado un excelente dibujo de la Crucifixión, una obra de 29´8 x 17´6 centímetros, realizada a pluma y tinta marrón, con pincel y lavado marrón sobre papel, que sigue la composición de otras obras similares del artista: la Crucifixión del Museo del Prado, la del Metropolitan o la del Ermitage.

Cristo Crucificado sobre una cruz arbórea, con tres clavos y un sucinto paño de pureza que permite el estudio anatómico del cuerpo del Crucificado. A sus pies, siguiendo una iconografía habitual en el siglo XVII, María Magdalena arrodillada besa los pies de Jesús, una composición que fue habitual en la Semana Santa que debió conocer Murillo.

A los pies del madero aparece otro elemento iconográfico habitual en el Barroco, hoy muy olvidado: la calavera a los pies de la cruz, que representa los huesos de Adán, el primer hombre y el primer pecador, redimido, como el género humano, por la sangre de Cristo que cae sobre el Monte de la Calavera. Un excelente dibujo y una cuidada composición escenográfica en un dibujo que compró el museo en 1917 y que pudo ser, con toda posibilidad, un boceto para una obra posterior.

Atesora el Museo de Boston un lienzo con una iconografía de gran interés: Cristo recogiendo sus vestiduras tras ser azotado, escena que llegó a tener la Semana Santa sevillana en el Cristo de la Púrpura y que ha sido recientemente recuperada por Navarro Arteaga para la Hermandad de la Columna y Azotes.

Aquí, el artista se ha centrado exclusivamente en el sufrimiento de Cristo, eligiendo un momento después de que sus torturadores hayan abandonado la escena. La imagen de Murillo representa la naturaleza humana pero divina de Cristo. El artista coloca a Jesús humildemente en el suelo y pinta su cuerpo azotado con un gran verismo que incluye las marcas de los azotes empleados en la época, un estudio naturalista que ya emplearon otros escultores sevillanos como Francisco de Ocampo en su Crucificado del Calvario.

Completan la escena dos elegantes ángeles que recuerdan las composiciones que realizó Murillo para el Convento Casa Grande de San Francisco, una presencia que aumenta la emoción de la escena de cara al espectador. Se completa el cuadro con la presencia de la columna baja, siguiendo la iconografía de la columna de Santa Práxedes en Roma, frente a la columna alta que se empleó en el Gótico y el Renacimiento. Una obra que fue adquirida en el siglo XVIII en Sevilla y que, tras múltiples ventas y cambios de propietario, acabó siendo adquirida por el Museo de Boston en 1953 por 23.800 dólares de la época.


No es muy conocido que el Alcázar sevillano atesora un lienzo de Murillo identificado como el milagro de San Francisco Solano y el toro, obra que procede del Convento Casa Grande de San Francisco y que muestra el suceso milagroso en el que San Francisco Solano fue atacado por un toro al que logró amansar, ante la sorpresa de sus acompañantes.

En el Museo de Boston se conserva su dibujo preparatorio, realizado a lápiz y tinta marrón con pincel, y lavado marrón sobre tiza negra. En la parte posterior de la hoja también aparece algún apunte del santo como boceto de la obra final. El dibujo procede de la Biblioteca de la Catedral de Sevilla, se conoce su compra hacia 1790 y su posterior paso por diversas casas europeas, hasta su definitiva adquisición en 1920 por el Museo de Boston.

Como posible obra de taller, se cataloga un pequeño lienzo de Jesús como Buen Pastor, una delicada composición de 55 x 39'7 centímetros que entraría en la amplísima producción de obras a la sombra del taller, donde la mano del maestro podría ser mínima, aunque en este caso estemos ante un cuadro que muestra una notable habilidad para el contraste de la figura de Jesús y un paisaje dividido en líneas diagonales, con soltura en el empleo del color y una composición de las ovejas que pastorea el Niño Jesús, que seguiría influyendo en las iconografías del tema o de la Divina Pastora en la Sevilla del siglo XVIII. Consta que la obra estuvo desde 1764 en poder de Jeremiah Harman, que pasó por la Casa Christie´s de Londres y que en 1958 fue donada al museo por Rudolf J. Heinemann.

Una última sorpresa lleva la firma de Murillo en este museo estadounidense, aunque hay muchas dudas en torno a su autoría real. Una flota de barcos en una batalla dibujada a pluma y tinta marrón, en un formato apaisado de 12'4 x 42'2 centímetros que llegó al museo en el año 2009 como obra de Murillo, aunque los últimos estudios lo atribuyen a un autor holandés de la época que, incluso, pudo haber copiado la firma del artista, aunque también quepa la posibilidad de su añadido posterior al amparo de la fama y la cotización que el maestro alcanzó muy pronto en Europa.

En Boston, la capital y ciudad más poblada de la Mancomunidad de Massachussetts, y una de las localidades más antiguas de los Estados Unidos, Cristo Crucificado, Cristo azotado, Cristo como Buen Pastor, San Francisco Solano y el toro y hasta un combate naval... La sombra de Murillo es muy alargada.

MANUEL JESÚS ROLDÁN / PASIÓN EN SEVILLA
11 DE DICIEMBRE DE 2017

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