7.11.19

Celebrando a nuestras hermanas mártires que fueron beatificadas el pasado 22 de junio


También ayer se celebró el día de todos los mártires del siglo XX en España

Las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada de María del Monasterio de Santa Ana de Montilla, y en concreto Sor Margarita, nos remiten un texto, con sus correspondientes fotografías, al ser el día de ayer "muy grande para nosotras y por eso queremos compartirlo con todos nuestros lectores".


Ayer fue "el día de nuestras hermanas mártires que fueron beatificadas el pasado 22 de junio. También ayer se celebró el día de todos los mártires del siglo XX en España", cuyo texto y fotografías remitidos reproducimos a continuación.

Celebrando a nuestras hermanas

6 de noviembre, Beata María del Carmen Lacaba y 13 compañeras, vírgenes y mártires. Concepcionistas Franciscanas

Fiesta

Nota hagiográfica

Durante la persecución religiosa que ensangrentó España en el siglo XX, catorce religiosas concepcionistas franciscanas, de la Federación de Santa Beatriz de Silva, fueron víctimas de aquel odio que cayó devastador sobre todo el país.


El grupo está encabezado por María del Carmen Lacaba Andía, nacida en Borja (Zaragoza) el 15 de enero de 1882 y bautizada el 16 del mismo mes, recibiendo el nombre de Isabel. A los dieciocho años decidió consagrarse al Señor y el 3 de noviembre de 1902 entró en el Monasterio de las Concepcionistas de Madrid, en la calle Sagasti.

Vistió el hábito recibiendo el nombre de María del Carmen e iniciando el año de noviciado. El 9 de marzo de 1904 emitió la profesión temporal y el 10 de marzo de 1907 la perpetua. Su vida religiosa ejemplar puede resumirse en estas palabras de una hermana religiosa compañera suya: “Era un ejemplo de todas las virtudes, hasta el punto de no poder distinguirse en ella cual destacaba más”. A los cuarenta años fue nombrada maestra de novicias y en el capítulo de 1935 fue elegida por unanimidad abadesa. Fue martirizada el 8 de noviembre de 1936, con 54 años y 36 de vida religiosa.

Sufrieron la misma suerte otras trece compañeras: Sor María del Pilar de los Desamparados Patrós Benito, Sor María de la Asunción Monedero de la Calle, Sor María del Santísimo Sacramento Prensa Cano, Sor María Balbina de San José Rodríguez Higuera, Sor María Guadalupe de la Ascensión Rodríguez Higuera, Sor María del Pilar Campos Urdiales, Sor María de Jesús Díez Recio, Sor María Juana de San Miguel Ochotore Aniz, Sor María Beatriz de Santa Teresa García Villa, Sor Inés de San José Rodríguez Fernández, Sor María del Carmen de la Purísima Concepción Rodríguez Fernández, Sor María de San José Errazu Inda y Sor María de la Asunción Pascual Nieto.

Del común de varios mártires o de vírgenes

Oficio de lectura. Segunda lectura

De las cartas de San Cipriano, obispo y mártir (Carta 6,1-2: CSEL 3, 480-482)

Os saludo, queridos hermanos, y desearía gozar de vuestra presencia, pero la dificultad de entrar en vuestra cárcel no me lo permite. Pues, ¿qué otra cosa más deseada y gozosa pudiera ocurrirme que no fuera unirme a vosotros para que me abrazárais con aquellas manos que, conservándose puras, inocentes y fieles a la fe del Señor, han rechazado los sacrificios sacrílegos?


¿Qué cosa más agradable y más excelsa que poder besar ahora vuestros labios que han confesado de manera solemne al Señor y qué desearía yo con más ardor sino estar en medio de vosotros para ser contemplado con los mismos ojos que, habiendo despreciado al mundo, han sido dignos de contemplar a Dios?

Pero como no tengo la posibilidad de participar con mi presencia en esta alegría, os envío esta carta, como representación mía, para que vosotros la leáis y la escuchéis. En ella os felicito, y al mismo tiempo os exhorto a que perseveréis con constancia y fortaleza en la confesión de la gloria del cielo.

Y, ya que habéis comenzado a recorrer el camino que recorrió el Señor, continuad por vuestra fortaleza espiritual hasta recibir la corona, teniendo como protector y guía al mismo Señor que dijo: Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. ¡Feliz cárcel, dignificada por vuestra presencia!

¡Feliz cárcel, que traslada al cielo a los hombres de Dios! ¡Oh, tinieblas más resplandecientes, que el mismo sol y más brillantes que la luz de este mundo, donde han sido edificados los templos de Dios y santificados vuestros miembros por la confesión del nombre del Señor!


Que ahora ninguna otra cosa ocupe vuestro corazón y vuestro espíritu, sino los preceptos divinos y los mandamientos celestes, con los que el Espíritu Santo siempre os animaba a soportar los sufrimientos del martirio. Nadie se preocupe ahora de la muerte sino de la inmortalidad, ni del sufrimiento temporal sino de la gloria eterna, ya que está escrito: Mucho le place al Señor la muerte de sus fieles. Y en otro lugar: El sacrificio que agrada a Dios es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Y también, cuando la sagrada escritura habla de los tormentos que consagran a los mártires de Dios y los santifican en la prueba, afirma: La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad. Gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente.

Por tanto, si pensáis que habéis de juzgar y reinar con Cristo Jesús, necesariamente debéis de regocijaros y superar las pruebas de la hora presente en vista del gozo de los bienes futuros. Pues, como sabéis, desde el comienzo del mundo, las cosas han sido dispuestas de tal forma que la justicia sufre aquí una lucha con el siglo. Ya desde el mismo comienzo, el justo Abel fue asesinado, y a partir de él siguen el mismo camino los justos, los profetas y los apóstoles.

El mismo Señor ha sido en sí mismo el ejemplar para todos ellos, enseñando que ninguno puede llegar a su Reino, sino aquellos que sigan su mismo camino: el que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. Y en otro lugar: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo.


También el apóstol Pablo nos dice que todos los que deseamos alcanzar las promesas del Señor debemos imitarle en todo: somos hijos de Dios -dice- y, si somos hijos, también herederos. Herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con Él para ser también con Él glorificados.

Responsorio breve

R. Mientras combatimos por la fe, Dios nos mira, y Cristo y sus ángeles nos asisten: es un gran honor y un gran gozo para nosotros luchar bajo la mirada de Dios y recibir el premio de Cristo.

V. Preparémonos para la lucha con espíritu puro, con fe y valentía, con entrega total: es un gran honor y un gran gozo para nosotros luchar bajo la mirada de Dios y recibir el premio de Cristo.

Laudes

Himno

Sois rosas ensangrentadas

Sois rosas ensangrentadas de blanca y pura belleza,
reflejo de la pureza de María Inmaculada.

Esposas, fieles de Cristo,
Beatas Mártires Concepcionistas Franciscanas,
que valientes, escalasteis, las cimas del sacrificio.
Recorristeis presurosas, con sencillez y fervor,
desde vuestra vida oculta, las huellas del Redentor.

Las balas abrieron la puerta, a quienes llenas de amor,
se entregaron generosas, en aras de inmolación.

Celebramos, muy gozosos, con la Iglesia comunión,
vuestro triunfo, vuestra gloria, con la beatificación.

Vuestra orden tan amada, pide en ferviente oración,
seguir cantando en la tierra, alabanzas al Señor.
No olvidéis a vuestra Patria, España, tierra mariana,
que en la vida os acogió, bajo el Manto de María,
que esté siempre protegida del Divino Corazón.

Sois rosas ensangrentadas, de blanca y pura belleza,
reflejo de la pureza de María Inmaculada.


Antífona Benedictus: Una multitud innumerable de mártires perseveró en el amor fraterno, porque tenían un mismo espíritu y una misma fe.

Vísperas

Himno

Jesús, esposo de las vírgenes

El coro de las vírgenes te alaba
a tí, Jesús, esposo bien amado,
y no olvida la Iglesia su memoria
que fuera ingratitud no recordarlo.

¡Oh Cristo, que cautivas corazones!
y ayer y hoy y siempre has cautivado,
amor misericordia, amor fragante,
amor de todo amor inmaculado.

Es bueno recordar a las hermanas,
hermanas que vistieron nuestro paño,
y en tí abrazando al hombre, a quien querían
al pie de tu sagrario, se inmolaron.


El odio no manchó sus corazones,
que amaron sin colores y sin bandos,
vírgenes beatas mártires
concepcionistas franciscanas,
sus nombres hoy, todos saboreamos.

Hermanas nuestras sois y os prometemos
seguir humildemente vuestros pasos
si desde el cielo, al lado de María,
rogáis por quienes hoy peregrinamos.

¡Honor a Jesucristo, Rey de Mártires,
honor a tí, Señor, el solo santo,
honor a tí, que amor y solo amor,
amor y corazón, sigues sembrando! Amén.

Antífona Magníficat: Oh, dichosa Iglesia nuestra, ennoblecida por la gloriosa sangre de los mártires de Cristo.

Oración

Dios de bondad, que has premiado el testimonio de las beatas María del Carmen Lacaba Andía y de 13 concepcionistas franciscanas mártires con la gloria eterna, concédenos imitar su entrega generosa para así recibir, por intercesión de María Virgen Inmaculada, el premio que ellas consiguieron con su martirio. Por nuestro Señor Jesucristo.

REDACCIÓN / PASIÓN POR MVNDA

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