Del 30 de noviembre al 8 de diciembre, las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada de María del Convento de Santa Ana de Montilla celebrarán, en la iglesia del citado monasterio, la solemne novena en honor a Nuestra Madre María Inmaculada, obra del ilustre imaginero sevillano Pedro Roldán (1624-1699), que correrá a cargo del sacerdote Ángel Lara Merino, párroco de San Francisco Solano y capellán de la comunidad.
De esta manera, a partir de las 7.00 de la mañana tendrá lugar la exposición del Santísimo, prosiguiendo a las 8.00 con el rezo del Santo Rosario y concluyendo a las 8.30 con la celebración de la Santa Misa. Asimismo, el día 8 de diciembre se celebrará una sagrada eucaristía con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, Patrona de España, en dicho templo montillano, a partir de las 11.00 de la mañana. Así, tanto la Santa Misa como el Santo Rosario será ofrecida por los afectados por la pandemia y por los que trabajan para poner fin a la misma.
La imagen de la Inmaculada Concepción
La imagen de la Inmaculada Concepción de María, obra de Pedro Roldán, la primera documentada y conservada del mismo, se encuentra en el retablo mayor de la Iglesia del Convento de Santa Ana de nuestra ciudad, realizado, igualmente al completo, entre 1653 y 1654, por este insigne escultor sevillano del Siglo de Oro.
De este modo, Pedro Roldán cuenta con una mayor nómina de imágenes dentro de las hermandades hispalenses, aunque sus obras no solo se circunscriben al ámbito cofradiero, trascendiendo incluso las fronteras de Sevilla, como podemos comprobar en este caso, existiendo muchas de ellas en Cádiz, Huelva, Málaga, Jaén o Córdoba. Se trata de una talla dorada y policromada, de 261 centímetros de altura, siendo la joya de la corona del conjunto escultórico de todo el retablo mayor.
Aparece erguida sobre un pedestal de nubes, entre las que emergen el creciente de la luna y cuatro cabezas de querubines. Viste túnica de tonos claros, con policromía a base de flores y manto -con rameados y amplísimo galón dorados-, que desciende desde el hombro izquierdo, envolviendo en espiral la imagen y produciendo una sensación de movimiento ascensional.
Contrasta la serenidad del hermoso rostro de María que, con la mirada baja y dirigida hacia la derecha, aparece con el cabello peinado hacia atrás, liberando así el óvalo de su rostro. Las manos, cuyos dedos apenas se rozan, aparecen en ademán orante sobre el pecho. Ostenta corona imperial de plata en su color.
BENJAMÍN PORTERO DUQUE / PASIÓN POR MVNDA
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