2.4.21

La Hermandad del Sagrado Descendimiento en la Exaltación del Pregón de la Semana Santa de Montilla

VIERNES SANTO

HERMANDAD DEL SAGRADO DESCENDIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, SANTO NOMBRE DE JESÚS, MARÍA SANTÍSIMA DE LA ENCARNACIÓN
Y SAN JUAN DE ÁVILA

Música: 'Silencio blanco',
interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores Tres Caídas de Triana

Narradora: Carmen María Bellido Pedraza

Comienzo la tarde en profundo silencio, tirado en el suelo, como me enseña la liturgia. Rostro en tierra ante el deicidio que hemos cometido. Hay realidades que no tienen palabras. Ante Dios consumados sólo queda la adoración. “Consumado es” (Jn. 19, 30); “y aunque acabaron sus dolores, no acabó su amor”, afirma San Juan de Ávila (Tratado del Amor de Dios, 14).


Los recogidos Santos Oficios contrastan con la bulla y el gentío que abarrota la calle Fuente Álamo. Puntual a su cita se abren las negras puertas de la blanca capilla. Como si del Mar Rojo se tratase, la marea humana se abre en dos para dejar paso a los elegantes penitentes.

La calle se impacienta deseosa de ver uno de nuestros pasos más grandes y... ppsss ¡Calla! ¡Ya está ahí! Con la misma dulzura que deja en los labios el Dulce Nombre de Jesús, así van sacando los costaleros a sus titulares. Poquito a poco se ve su canastilla flanquear el dintel de la puerta. Y al son de la marcha nacional, ahí tenemos la escena. Sobre ascua de oro se eleva el monumento a la amistad.

En el seno de esta cofradía he tocado lo que es la amistad. En ella he visto renunciar a lo que más se quiere por no abandonar al amigo. Y confieso que he sentido envidia y más de una vez me he preguntado, ¿alguien se sacrificaría así por mí?

Contemplad el misterio del Descendimiento y sólo veréis amistad. Huyeron Pilato y los romanos, no están los que le condenaron. Ya está todo cumplido. Parece que en el Calvario ya no hay nada que ver. Pero quien sepa mirar que mire. Encontrará la más tierna estampa de La Pasión.

Ahí está Juan, el amigo amado. Ahí está, queriendo confortar a la Madre, queriendo coger su mano para darle fuerza, pero sólo rozándosela, sintiéndose indigno de tocar el templo donde se ha realizado La Encarnación. Más allá, a los pies del Señor, siempre a los pies, Magdalena, la que con valentía abandonó los falsos amores por la amistad profunda y limpia con el redentor.


Nicodemo y José de Arimatea me dejan perplejo, he de confesarlo. Yo sé que abundan los amigos en la diversión y en los aplausos. También sé que huyen cuando te señalan y crucifican sean con clavos o con palabras, sólo hay que ver los apóstoles. Por eso este sanedrita y este senador me dejan boquiabierto.

¿Por qué dar la cara ahora por Jesús? No lo han hecho en los milagros, ni el Domingo de Ramos. ¿Por qué desclavar a un malhechor? ¿Por qué regalar tu sepulcro nuevo a un condenado? Cristo ya no se lo podía agradecer. Pero ha conseguido con su muerte, lo que no consiguió en vida: convencerles de su amor total, de la loca amistad de Dios.

Santo Cristo del Descendimiento, gracias por invitarnos cada año a creer en la amistad.
Gracias por no tratarme como a siervo, sino como a amigo. (Cf. Jn. 15, 15).
Gracias por descender del cielo a la tierra en La Encarnación.
Gracias por descender del cielo al Sagrario de la Capilla.
Gracias por esta hermandad que no te ha dejado solo en momentos difíciles.

Incluso, algún que otro año, se han convertido ellos en Juan, en Magdalena, en Nicodemo y en José de Arimatea para descenderte con sus manos y mostrar a Montilla que, aunque no haya banda, ni paso de oro, ni puertas por donde salir, no te faltan amigos. ¡Gracias, Jesús, amigo!

RVDO. JESÚS JOAQUÍN CORREDOR CABALLERO, 2017
FOTO Y VÍDEO: BENJAMÍN PORTERO DUQUE

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