El origen de esta intervención se sitúa en 2015, a raíz de un proyecto del Plan Nacional de I+D+I del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Se han podido datar restos de un edificio más antiguo, que se integra en el conjunto, y que se sitúa en torno al siglo III o IV.
El Cabildo Catedral de Córdoba, de la mano de los arqueólogos Raimundo Ortiz y Alberto León, ha presentado esta mañana el estado de los trabajos de la excavación que actualmente se desarrolla en el Patio de los Naranjos.
La actividad, que mañana tendrá su continuación con la presentación a los guías e intérpretes del patrimonio, se encuadra dentro del ejercicio de transparencia que viene realizando la institución en los últimos años y trata de poner de relieve la importancia de unos hallazgos que permitirán conocer mejor el pasado del monumento.
Origen de la excavación
El trabajo, que se remonta a las labores llevadas a cabo por el arquitecto Félix Hernández entre 1931 y 1942, presenta una gran complejidad por la disposición del propio patio y la ubicación de los naranjos, que no pueden verse afectados por las tareas de los arqueólogos.
El origen de esta intervención se sitúa en 2015, a raíz de un proyecto del Plan Nacional de I+D+I del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en el que se propuso digitalizar los fondos del archivo personal de Félix Hernández depositados en el Museo Arqueológico de Córdoba.
Uno de los aspectos más interesantes de ese archivo, que estaba prácticamente inédito hasta la fecha, era la documentación que Félix Hernández realizó entre 1931 y 1942 durante las excavaciones arqueológicas en la Mezquita-Catedral y que consistían en aproximaciones muy superficiales y con una lectura muy parcial.
Se procedió a la recopilación y digitalización de un amplio repertorio de fotografías, tanto en negativos en cristal como en positivos y negativos en acetato, además de croquis y anotaciones de campo, que aportaban cotas, profundidades y algún detalle descriptivo, aunque lo más destacado de esta información eran los planos, tanto del interior como del patio.
Dichos planos interiores estaban parcialmente inéditos y en ellos se habían incorporado elementos que correspondían a edificios de más de tres siglos de ocupaciones y transformaciones sucesivas, con más de dos metros de diferencia de cota, lo que ha obligado a cambiar la interpretación que se tenía de las estructuras del interior de la Mezquita. Respeto al patio, se partía de un croquis a mano alzada realizado por Samuel de los Santos Gener y un plano incompleto publicado en 2009 por Antonio Fernández Puertas.
Objetivos de la excavación
El objetivo del Cabildo y del equipo de arqueólogos que desarrollan la intervención es volver a excavar las estructuras en las que había actuado Félix Hernández, pero con una base metodológica actual, haciendo una lectura de todas las fases, completando los elementos que habían quedado sin resolver y realizando una lectura científica de la evolución del sitio desde la época romana hasta el momento de la construcción de la Mezquita Aljama.
Los resultados han sido mucho más interesantes de lo que se planteaban al principio, ya que se han podido documentar muchas más fases de las que se recogían sobre el primer plano, resultado de los trabajos de Félix Hernández. Se han podido corregir algunas informaciones que no aparecían bien registradas y se está tratando de precisar la cronología de la evolución de los distintos edificios que han ido componiendo el monumento.
Trabajos presentados el año pasado
En la presentación del año pasado se dio cuenta de una serie de columnas que definen un pórtico con un vestíbulo, rematado por exedras en los extremos que darían paso a una crujía central con una serie de habitaciones de las que, de momento, se desconoce el acceso a las mismas. Hacia el este del edificio se define un inmueble de carácter monumental con un gran muro de más de 30 metros de longitud que se prolonga por gran parte de la zona del patio excavada el año pasado, fechado en principio en el siglo V y que en una fase posterior es monumentalizado con un ábside y una serie de habitaciones que compartimentan dicho conjunto.
Además de ello, Félix Hernández documentó el alminar y parte del cierre norte de la Mezquita de Abderramán I. Con esta excavación se han podido documentar al menos seis o siete fases constructivas diferentes, no solo asociadas a la etapa tardoantigua, sino también, con toda probabilidad, a la etapa de ocupación islámica previa y contemporánea a la construcción de la Mezquita Aljama.
El muro norte-sur superaría los límites de la Mezquita Aljama, que estaría creando un espacio más reducido y más al sur que los límites del edificio. Este dato permitió a los técnicos desechar una primera hipótesis que tradicionalmente se había planteado sobre la orientación de la Mezquita y la nave central de la construida por Abderramán I, que estaría sobre una calle romana. Los arqueólogos ahora saben que no es así, porque esa calle estaría ocupada por este edificio entre el siglo V y VI.
Un gran edificio que se define gracias al muro realizado en mampostería, y al que se asocia con un mosaico polícromo documentado, uno de los pocos testimonios de pavimento que se tienen porque después de la conquista islámica se produjo un proceso de “arrasamiento” y de reutilización de materiales que afectó mucho a los edificios que existieron con antelación.
En una segunda etapa, ese edificio experimenta un proceso de monumentalización, alrededor del siglo VI. Un proceso que consiste en la incorporación de un ábside al que se entra a través de una puerta con un pavimento de mortero que servía de base para colocar unas losas de mármol. Se ha podido comprobar que al mismo tiempo se construyeron una serie de muros perpendiculares que definen distintas estancias.
Correspondiente a la fase de ocupación islámica, se excavó un pozo ciego a modo de basurero en el que se arrojaron los restos de pavimentos, material constructivo y un volumen importante de huesos de animales como cordero, cabra, vaca, pero no cerdo, lo que apunta, junto con el material cerámico que incorpora, a que estaría ya en uso por la comunidad plenamente musulmana. Esta es una fase importante porque hasta el momento en Córdoba no se había documentado arqueológicamente ninguna etapa que pudiera precisar la cronología entre el año 711 y el 785, que es la fecha de fundación de la Mezquita.
Los arqueólogos dataron una nueva y última fase, que es en la que se construye el primer alminar de la Mezquita Aljama, un alminar excavado y marcado en el terreno también por Félix Hernández. Lo que se ha hecho con los datos que arroja la excavación ha sido documentar la profundidad de la cimentación, pudiéndose fechar desde el siglo V al VIII.
En los últimos días de excavación, además, se ha podido datar restos de un edificio aún más antiguo, que se integra en el conjunto y que se sitúa en torno al siglo III o IV y cuya identidad no se sabe aún con absoluta seguridad. Sin embargo, los arqueólogos defienden que la investigación no debe limitarse a la localización de la Iglesia de San Vicente, sino que habría que ampliar el foco para analizar un sector urbano mucho más amplio ocupado por un complejo episcopal, que existía en todas las ciudades episcopales del mundo mediterráneo y que estaba compuesto como mínimo por tres grandes edificios: la basílica episcopal, el baptisterio y el palacio del obispo (“episcopium”).
Un edificio de estas características servía para que el Obispo ejerciera sus funciones públicas, pero también era un complejo con almacenes, capillas y todo aquello que estuviera vinculado con la actividad obispal en la ciudad. La hipótesis que actualmente manejan los arqueólogos es que este complejo se extendiera hasta la Puerta del Puente, y el trabajo actual consiste en definir qué edificios formaban parte de ese conjunto.
La pieza clave reside en el ábside, puesto que los edificios de época tardoantigua, y en particular del siglo VI, que tuvieran un ábside, sólo podrían ser o una iglesia o un espacio de representación. Aparentemente el único espacio que encajaría en esta definición sería un espacio de recepción del Obispo, y el ábside sería el lugar donde estaría el Obispo para presidir las actividades públicas vinculadas con su función.
Resultados de la excavación 2021-2022
Se han identificado un par de fases plenamente romanas, de entre los siglos I-III d.C. Están representadas por una primera etapa cuyo único muro está orientado este-oeste. El siguiente momento, con algunos muros más, ya presentan una orientación idéntica a la que se mantiene en época tardoantigua. Se asocian con restos de estucos, revestimientos pintados de varios colores (negro, rojo, verde, amarillo) y numerosos fragmentos de mosaico, todo removido como producto de la eliminación de las construcciones de esta fase.
La siguiente fase, ya perteneciente a un momento en torno al s. IV d.C., está representada por muros de piezas de sillería reutilizada, vinculándose, por ahora, todas estas ocupaciones con ámbitos domésticos. De los siglos V y VI tendríamos edificaciones pertenecientes al complejo episcopal anteriormente excavado y ya comentado, como el gran muro de mampostería asociado a pinturas y mosaico, y el ábside que posteriormente se le adosa.
La fase posterior ofrece la construcción de un pórtico de unos 23 metros de largo, flanqueado por exedras en sus extremos que estaría abierto a la calle y funcionaría como acceso oeste al conjunto de edificios existente en el actual patio. El pórtico se completa con un cuerpo de estancias intermedias entre este acceso y el gran edificio situado más al este. La cronología de este nuevo edificio se sitúa en torno al tránsito entre los siglos VI y VII d.C., tal y como informa el Cabildo Catedral de Córdoba.
REDACCIÓN / PASIÓN POR MVNDA
FOTOS Y VÍDEO: CABILDO CATEDRAL
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