6.11.22

Así es la carta semanal del Obispo de Córdoba

Día de la Iglesia Diocesana
Gracias por tantos

La Iglesia prolonga en la historia la presencia y la acción de Cristo para transformar nuestros corazones y hacer un mundo nuevo. Jesucristo fundó su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles, y nos incorpora a ella por el bautismo, nos fortalece con la confirmación en el Espíritu Santo, nos alimenta con la Eucaristía, nos restaura con su perdón. Por medio de los sacramentos va santificando toda nuestra existencia. Y nos reúne en un solo cuerpo, donde todos los miembros son necesarios.


En este domingo, se nos invita a considerar la Iglesia Diocesana, es decir, nuestra pertenencia a la Iglesia en esta Diócesis concreta: la Diócesis de Córdoba. Pues la Iglesia tiene esa doble dimensión: universal y particular o local. La Iglesia es una y se constituye por las Iglesias particulares. Cada Iglesia particular vive inmersa en la Iglesia universal, la única Iglesia de Cristo.

Por voluntad de Cristo, al frente de su Iglesia universal ha puesto a Pedro y a sus sucesores, hoy el Papa Francisco. Y al frente de cada Iglesia particular ha puesto a un obispo en comunión con sus hermanos obispos y presididos todos por el Papa. Esta es la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Nuestra pertenencia a la Iglesia católica tiene como seña de identidad la comunión con el Papa. Si nos apartamos de esta comunión, dejamos de ser católicos.

En este año quiere subrayarse la actitud de acción de gracias por haber sido llamados a pertenecer a la Iglesia católica en este lugar concreto, en esta Diócesis concreta. Aquí recibimos todos los medios de salvación y al mismo tiempo nos convertimos en miembros activos de esta parcela de la Iglesia, que es la Diócesis de Córdoba.

En la campaña del Día de la Iglesia Diocesana, queremos agradecer a Dios tantas colaboraciones de todos sus miembros. Siendo de origen divino, la Iglesia la construimos entre todos. Todos tenemos en ella un lugar, como todos tenemos un lugar en el corazón de Dios. Y en su etapa peregrinante a lo largo de la historia necesita continuamente de la colaboración de todos. Esa es la sinodalidad.

Damos gracias a Dios por nuestros sacerdotes, por nuestros religiosos y religiosas, por la multitud inmensa de fieles laicos, seglares en medio del mundo. Miremos a nuestros seminarios para apoyarlos en todo, pues nos garantizan la sucesión del ministerio apostólico. La Iglesia no podría subsistir sin sacerdotes. Es tarea de todos procurar que en nuestra Diócesis no falten ministros de los sacramentos y de la Palabra.


Los religiosos y religiosas nos recuerdan constantemente los valores del Reino, la entrega plena e incondicional al Evangelio, el amor a Jesucristo por encima de todo. Cuidemos las vocaciones a la vida consagrada. Y entre la multitud inmensa de fieles laicos, cuidemos todos los carismas y estados de vida, cuidemos especialmente la familia y preparemos a nuestros jóvenes para el sacramento del matrimonio que consagra el amor humano.

Un signo muy elocuente de la Iglesia en medio del mundo de hoy es la misericordia con los pobres, los descartados, los marginados, los últimos de la sociedad. Es un signo muy propio de la presencia de Jesucristo buen samaritano, que se abaja de su cabalgadura, toma sobre sus hombros al despojado de todo, incluida su dignidad humana, y lo lleva a la posada, a la comunidad cristiana, que lo acoge y lo redime.

Solo el amor es capaz de curar las heridas del corazón. La Iglesia está llamada a multiplicar estos gestos en sus comunidades, parroquias, grupos. Es el signo por excelencia hoy ante un mundo que se aleja de Dios, que no cree en el amor de Dios y que necesita más que nunca de ese amor.

Gracias por tantos. Tantas personas que viven su unión con el Señor, su acercamiento a los más necesitados y dedican su tiempo a la evangelización. Gracias por nuestros sacerdotes y seminaristas, por nuestros religiosos y religiosas, gracias por tantos seglares que construyen día a día la Iglesia santa del Señor, unidos a sus pastores. Gracias Iglesia santa de Dios en Córdoba. Recibid mi afecto y mi bendición,

DEMETRIO FERNÁNDEZ, OBISPO DE CÓRDOBA
CARTA SEMANAL REMITIDA POR LA DIÓCESIS
FOTO Y VÍDEO: DIÓCESIS DE CÓRDOBA

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