Él así lo ha querido. Como antaño, como en los tiempos de mi niñez y mi adolescencia, mi entrada al centro de Montilla, de este montillano ausente, aunque, afortunadamente, estoy muy presente en la tierra que me vio nacer, ha sido a través de la calle Médico Cabello, donde vivían mis abuelos paternos Manolo y Carmen, que en paz descansen, y la calle Fuente Álamo, emblemáticas para mí, para reencontrarme, en la Casa de Solano, con el mejor de todos los montillanos.
Sin duda, ha sido un emotivo reencuentro en la Parroquia de El Santo con la sagrada imagen de San Francisco Solano tras su restauración. Una emoción contenida y un sinfín de sentimientos que son difíciles de explicar me han embargado, además de solo entendibles por quienes somos elegidos para sentir algo similar.
Precisamente, en la Parroquia de San Francisco Solano fue donde mi padre, Ángel, antiguo alumno salesiano, realizó su Primera Comunión, y donde tuvieron lugar los funerales por el eterno descanso de mis abuelos paternos, a cuya parroquia pertenecían, profesando ambos una gran devoción a Nuestra Madre y Señora de la Aurora y a San Francisco Solano, a quien también se le conoce como el fraile o el santo del violín. Unido, todo ello, a que, además, mi abuelo era músico, y que su laúd, de gran valor sentimental, lo heredó mi padre por expreso deseo de mi abuela Carmen. Precisamente, nos encontramos a tan solo unos días del 16 de julio, fecha muy especial al ser su onomástica.
Impactado por la gran restauración llevada a cabo en la venerada imagen de San Francisco Solano por la artista montillana Inmaculada Navarro Polonio, llegaba el momento, este mediodía, incluso con maleta en mano, de agradecerle tantas y tantas cosas a San Francisco Solano, en el año en el que celebramos el 475º aniversario de su bautismo en la Parroquia de Santiago Apóstol, templo donde mi madre, Dolores, se bautizó.
Del mismo modo, el próximo 14 de julio, día en el que se conmemora el 414º aniversario de su fallecimiento, habrán transcurrido 20 años desde que el altar mayor de la parroquia a la que El Santo da nombre se derrumbara parcialmente, horas más tarde de la solemne concelebración eucarística que presidió el entonces Obispo de Córdoba, el seguntino Juan José Asenjo, actual arzobispo emérito de Sevilla, y que abarrotó de fieles el templo en las horas previas al suceso, pudiendo causar una gran tragedia.
Quizás este haya sido uno de los últimos milagros atribuidos a San Francisco Solano, protegiendo a sus paisanos para que nada les sucediera en una iglesia levantada sobre el solar de la casa donde nació el 10 de marzo de 1549 y vivió los primeros veinte años de su vida, creciendo con el cariño de sus padres, Mateo y Ana, y sus dos hermanos mayores, Diego e Inés.
En definitiva, encaramos una nueva Feria de El Santo que indisolublemente va unida en el recuerdo a los montillanos ausentes, como lo fue San Francisco Solano. De hecho, existen lugares en los que Montilla, San Francisco Solano y sus coplas tradicionales han estado muy presentes.
Un ejemplo de tantos fue el producido el 7 de diciembre de 1997 en la Parroquia de María Auxiliadora de Guadalajara, con motivo de las bodas de plata de dos montillanos ausentes como son mis padres y que esta vez renovaban sus promesas lejos de su tierra. Dicha ceremonia no pudo concluir de mejor forma que interpretando 'Con el bastón tocaba', dedicada al patrón de todas las montillanas y montillanos.
BENJAMÍN PORTERO DUQUE
CARTELES DE CULTOS: TURISMO DE MONTILLA
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