14.10.14

Y La Aurora tendió nuevamente su manto hacia la familia Portero Duque


No podía ser de otra manera. Cuando Montilla se estaba preparando para vivir una de sus tardes, y especialmente una de sus noches más mágicas, nacía, escasas horas antes del inicio de las serenatas en honor a Nuestra Madre y Señora de la Aurora, concretamente a las 18.53, en la ciudad de Guadalajara, mi cuarto sobrino -el segundo por parte de mi hermano y mi cuñada-, de nombre Diego Portero Carmona, al adelantarse el parto unos días, porque Ella así lo quiso, como cuando decidió, que tanto mi hermano como años después yo, no podíamos fallecer en diferentes accidentes de circulación, siempre ajenos a nuestra culpa.


Nuestra Madre y Señora de la Aurora, Patrona de Montilla

Las curiosidades del destino también ha querido que mi sobrino lleve el mismo nombre que el autor de la Imagen de Nuestra Señora de la Aurora, el maestro Diego de Mora. Además, ha venido al mundo exactamente siete días después del centenario del nacimiento de mi abuelo paterno, Manuel Portero Gallegos, o como lo conocía todo el mundo en Montilla, Manolo Portero, 'El barbero de la calle Fuente Álamo de Montilla', que tenía su barbería a escasos metros de su casa, ubicada esta en la calle Horno o Médico Cabello.

Precisamente, mi abuela paterna era muy devota de la Patrona de Montilla, como demuestra esta estampa antigua que reproducimos y que ella conservaba con mucho mimo en una colección bastante amplia de Imágenes de nuestra Montilla. Y es que muchas veces los detalles que pueden parecer más pequeños, son los más grandes, al tener uno el privilegio de heredar, entre otros aspectos, algo que no solo tenía un gran valor sentimental para ella, sino también, y de qué manera, para mí. Si ya de por sí esta colección tiene una importante carga emocional, conservar algo que era muy importante para ella, supone algo que no se puede expresar en palabras.

Ellos, junto a mis abuelos maternos, Miguel Duque Ruiz y Dolores Algaba Pérez, también estarán protegiendo ya a su nuevo bisnieto desde el cielo, el cuarto nieto de sus hijos, o lo que es lo mismo, el cuarto nieto de mis padres, Ángel Portero Urbano y Dolores Duque Algaba, quienes dejaron Montilla, con destino a Guadalajara, a comienzos de la década de los 70, con una mano delante y otra detrás. Primero mi padre, y después de casarse en la Parroquia de San Sebastián de Montilla el 10 de diciembre de 1972, lo hicieron juntos. En la capital alcarreña nacería mi hermano y mi hermana, teniendo el privilegio de nacer, más tarde, el que suscribe, en Montilla.

A lo largo de su vida, han triunfado en el ámbito profesional en una tierra desconocida para ellos, y, lo que es más importante, en el terreno personal. No es porque sean mis padres, pero no pueden ser mejores personas. Con un inmenso orgullo puedo decir a boca llena los tremendos valores que nos han inculcado a sus tres hijos a lo largo de nuestra vida. Han cumplido, y de qué manera, en su papel de padres, lo han hecho como hijos, cuidando, a pesar de la distancia, a sus padres, que mejor atendidos no podían estar en nuestra casa de Guadalajara, y ahora cumplen como abuelos criando a sus cuatro nietos.

Y es que, en esta vida, no hay que ser de Misa y de comunión diaria, para luego dejar mucho que desear como persona, sino conseguir ser una gran persona, siguiendo fielmente la doctrina de Jesucristo y de Nuestra Santa Madre, como han demostrado mis padres, de los que tengo todavía mucho que aprender.

Benjamín Portero Duque

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