12.11.14

Cofradías del Rosario, de la Aurora y de la Rosa (II de III)


La Hermandad de La Aurora -que al igual que otras contaba con sepulturas propias en el cementerio para sus cofrades- se reorganizó en capítulo del 28-X-1877. En 1878, se acordó otra nueva restauración de la Imagen, encargo de la aureola cincelada y plateada -realizada por el maestro sevillano Jacinto Mora (septiembre 1890)- así como la solicitud al Obispado para que fuese declarada Copatrona, aunque denegada, pues Montilla había proclamado su voto especial a la Purísima Concepción en cabildo abierto y público (12-III-1622). En 1976 se fusionaron las Hermandades de Nuestra Señora de la Aurora y de San Francisco Solano.


Corona del Niño de la Virgen de la Rosa

Retrocediendo en el tiempo, en el mes de febrero de 1719 otros dos religiosos misioneros llegados a Montilla volvieron a predicar la devoción del Rosario, consiguiendo salidas procesionales del Templo de Santiago bajo el estandarte prestado por el Hermano Mayor, Esteban Bernardo Serrano, en cuya ocasión los misioneros y algunos devotos -Juan Ventura Carmona, cofrade de la Parroquia, Esteban Gabriel de los Santos Olivares (protonotario apostólico), Luis de Lara y Bernardo Pascual- se avinieron a su continuidad. Sin embargo, por sucesivas negativas, el presbítero Esteban de los Santos y sus amigos -en recuerdo de la antigua del Patrocinio- habían decidido instituir una tercera Cofradía del Rosario, a pesar de los insistentes requerimientos de los de la más antigua titularidad al vicario para que se impidiese el uso de la denominación, alegando imposibilidad canónica de que hubiera en la población más de una Cofradía de igual nombre, además de que el vínculo fundado por su familia en la Ermita de San Antonio estaba dedicado a la Concepción, en cuyo altar el cura de los Santos Olivares -habiendo tenido vacía su hornacina tiempo atrás por deterioro de la antigua Imagen ("de barandilla, rostro y manos sobrepuestas"), y después en su lugar una Imagen de talla, propiedad de Luis de Lara, que este llevó a casa- "dos días antes" de la salida del Rosario de San Antonio, había colocado otra pedida a la devota Josefa de Palma, mientras que se traía de Sevilla una nueva Imagen para la Cofradía.

En virtud del pleito promovido por Antonio de Alba Cabello, Hermano Mayor, Lucas Jurado, mayordomo, y Cristóbal Ruiz-Lorenzo Muñoz, incoado por el padre de este último, y continuado por su hermano Francisco de Borja, el provisor y vicario general del Obispado, Francisco Álvarez -en despacho (5-X-1720)- mandó cumplir bajo pena de "excomunión mayor (...) y de 50 ducados, que se sacarán a cada uno"- el auto expedido el 23 de abril anterior prohibiendo la colocación de la Imagen de Nuestra Señora del Rosario en la Ermita de San Antonio, y autorizando -fin de evitar "los disturbios y disensiones, que se pueden originar de hacer dos fiestas a Nuestra Señora del Rosario el día de mañana 6 del corriente"- que la Cofradía de San Antonio sólo dedicase fiesta "otro día conveniente y desocupado a su arbitrio".


Nuestra Señora de la Rosa

La contienda judicial eclesiástica fue sancionada en segunda instancia por la primacía de Toledo (14-III-1722). Determinándose que el mantenimiento "de la nueva Cofradía de San Antonio" y el "de la Imagen de Nuestra Señora con el título del Rosario, que hizo a sus expensas en la ciudad de Sevilla y traxo de ella, y puso en dicha Hermita de San Antonio, subrogándola en lugar de la antigua, y con el mismo título del Rosario, que tuvo dicha Cofradía desde el principio de su erección, y tenía al tiempo que se movió este pleito, respecto de lo qual no se puede considerar innovación, y menos que sea perjudicial a dicha Cofradía de la Parroquial", por lo cual se revocó el mencionado auto del provisor cordobés, que reformaba "las letras de inhibición despachadas por este Tribunal (7-I-1721)"- mandándose devolver al provisor el proceso y autos, y que la Cofradía de San Antonio se abstuviera de celebrar su fiesta principal "hasta tanto que la Cofradía de la Parroquial la haga en el día que le toca como más antigua", sino "en el día más a propósito, que la pareciere, a que asistan el Rector y curas de dicha ciudad, a quien tocare, pena de Excomunión Mayor, y con apercibimiento para que con esto no se perturbe la devoción de los fieles, y que antes se continúen como conviene, y que una y otra Cofradía se exciten más en santa emulación, y con mayor obsequio y culto a Nuestra Señora, y de su Santo Rosario, y sus individuos guarden sus institutos y los observen con santo celo".

Enrique Garramiola Prieto
Noviembre 1999

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