El historiador local, Juan Casado Alcaide, gran conocedor de la historia de Montilla y de nuestras tradiciones, además de colaborador de Pasión por Mvnda, nos remite un interesante artículo de opinión titulado 'Nuestro Padre Jesús Nazareno: Rey de los Sencillos'.
“Te doy gracias, Padre, Señor de Cielo y Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. ...Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestros descanso”.
(Mt 11, 25-30)
Cuando contemplo la majestuosa imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno vienen a mi mente y a mi corazón estas palabras del evangelista Mateo y me hacen pensar en el plan de Dios, en ese Reino de Paz, Justicia y Amor que predicó hasta dar la vida. Me siento conmovido en mi interior y se hace patente que el ser humano no está preparado para acoger la grandiosidad de Dios en la sencillez y en la humildad. Que se prefieren las apariencias, el poder e incluso la mentira si con ella se saca provecho propio. Lo que importa es el tener y tristemente nos importa también todo esto a los que nos llamamos cristianos: que hemos olvidado la sencillez y la voluntad de Dios para preocuparnos de los aspectos ornamentales y todas las superficialidades que no tienen más función que la de adornar o expresar una verdad interior. Y que cuando hemos vaciado su contenido, porque nuestra vida realmente va por otros derroteros, se quedan en mera superficialidad sin sentido.
Junto a todas las emociones y sentimientos, mis ojos se cruzan y se clavan en la mirada profunda de Jesús con la cruz a cuestas, que a la vez desprende la aceptación del sufrimiento, anhelando que por su testimonio vital de dar la vida y su futura resurrección, el hombre encontrará la luz brillante para acceder a Dios, pero no con grandes tiberios, ni complicadas celebraciones, ni complejas estructuras... Sino en los que Dios se ha revelado en la gente sencilla, humilde, que no se creen los dueños del mundo: sino hermanos y amigos de todos los que viven con ellos, en el mismo mundo que Dios creó para todos y que todos tienen el mismo derecho de disfrutar, al igual que la obligación de cuidar para dejarlo como heredad a todos los que han de venir después.

La mirada de Jesús me hace sentirme seguro, porque Él nos ha dicho que en medio de nuestros sufrimientos, penas, desesperanzas, podemos acogernos y refugiarnos en su amor. Pero sobre todo me da paz su imagen, porque la cruz que porta no es el fin, sino el puente a la resurrección y a la nueva vida. No acabaron un día con su vida ni acabarán hoy. Ni siquiera aquellos que amparándose en que son los representantes de Jesús en la Tierra y que deben dirigir el rebaño, discriminan a los seres humanos por su clase social, por su tendencia sexual o por sus ideas políticas... La última palabra de la Historia es la Palabra de Cristo que acoge la sencillez y la humildad y que desprecia la arrogancia, el orgullo y la prepotencia, venga de donde venga, incluso si viene de aquellos que se dicen amigos suyos, pero que en la verdad de su vida viven como si Dios no existiera, provocando dolor, sufrimiento, agobio psicológico y cualquier tipo de maldad.
Ante la bendita imagen de Jesús Nazareno, rezo por todos aquellos que Él llamaba, por los cansados de sufrir y los agobiados, sin que nadie les salga al paso. Y le pido que a todos los que lo seguimos y a los que no, nos dé un corazón capaz de amar como el suyo, que estemos siempre atentos a las necesidades de nuestros hermanos, y prestos a llevar esperanza a la gente que vive desesperanzada. Para mí esto es creer en Jesús. Creer en Jesús es que se pueda decir de nosotros como dijeron de Él: Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal”.
Juan Casado Alcaide
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