15.4.18

Las Madres Concepcionistas del Monasterio de Santa Ana reflexionan en este tercer Domingo de Pascua


Las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada de María del Convento de Santa Ana de Montilla, y en concreto Sor Margarita, reflexionan en este tercer Domingo de Pascua.

Seguimos disfrutando de la presencia de Cristo Resucitado que no cesa de aparecerle a sus discípulos que andan bastante asustados y sin rumbo. Cuando se hace presente en medio de ellos, ¡qué sentimientos tan distintos ante la experiencia del Resucitado! Es algo radicalmente nuevo que cuesta trabajo el convencerse y acostumbrarse a ello. Por eso, cuando Jesús se hace presente y saluda con la paz, los discípulos se turban. Se habla de miedo, sorpresa, fantasma, alarma, duda, alegría y que están atónitos.


Jesús tiene que volver a utilizar sus argumentos para convencerles: su cuerpo, sus llagas, su palabra, los panes y los peces. Una vez más, tiene que explicarles las Escrituras, el sentido de la Pasión, el verdadero mesianismo y el alcance de la Resurrección. Y una vez más, por encima de todo, tendrá que hacerles sentir, en el marco de la comida, el calor de la amistad y la fuerza de su amor.

La fracción del pan es un signo de la Pascua, una prueba de Cristo Resucitado. Fue un argumento decisivo para los discípulos de Emaús. La fracción del pan es el núcleo de nuestra celebración eucarística. En la Última Cena, Jesús partió el pan, dándole un significado profundo de presencia y entrega. En nuestras eucaristías, hacemos presente a Cristo, pero no muerto, sino vivo.

Sin la Resurrección, no podía haber eucaristía. Sin la Resurrección, podríamos acordarnos de Jesús, pero no podríamos hacerlo presente. De hecho, cuando Jesús resucita, se hace presente a los discípulos en el marco de una comida gozosa que es para ellos la mejor prueba de su realidad viva.

Por eso vemos en el Evangelio de hoy cómo Jesús trata de convencerles con su palabra y la experiencia de sus manos y pies. "Palpadme". Ni por esas. "Y como no acababan de creer... Y seguía atónitos, les dijo: ¿Tenéis algo de comer...?" Es la prueba de la comida, de la fracción del pan.

Nuestra eucaristía es y debe ser una experiencia de Cristo Resucitado, que resucita y nos hace resucitar, que vive y nos hace vivir, que nos llena de ese amor que es más fuerte que la muerte, que nos convierte en sembradores de vida y testigos de resurrección. Hermanos, reconozcamos a Cristo en la fracción del pan, donde nos unimos a Él, y al mismo tiempo nos unimos a los demás hermanos. ¡Feliz domingo, feliz Día del Señor!

SOR MARGARITA / MONASTERIO DE SANTA ANA

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