En el año 1681, ante la proximidad de una epidemia de peste que ya había prendido en Aguilar, se acordaba hacer numerosas rogativas y poner por intermediarios a todos los santos y santas de la corte celestial, haciendo especial hincapié en el papel de San Francisco Solano, a quien se trataba de santo, pese a faltar casi medio siglo para su canonización. Ya canonizado, la devoción de los montillanos acudió en solicitud de ayuda a su santo patrón cada vez que las circunstancias presentaban graves dificultades.
En 1737, ante la falta de aguas de aquel invierno, lo que hacía que los sembrados estuviesen a punto de perderse, se le hizo una procesión el 10 de marzo, día de su nacimiento, como "Patrizio y Patrono para que como tal interzeda con Dios Nuestro Señor por el alivio de los pobres". Acompañando en la procesión a San Francisco Solano, también se sacó a la Virgen de los Remedios "por ser imagen mui debota y a quien tienen los vezinos mucha debozion y que se traiga a su Magestad y al Santo Bendito a la Iglesia Parrochial adonde se zelebre fiesta y hagan rogativas por termino de ocho días...".
En 1750, también ante una pertinaz sequía que ocasionó una terrible hambruna, se acudía a San Francisco Solano y a San Vicente Ferrer, a quienes se les hizo una novena en la Parroquia de Santiago. Treinta años más tarde, en 1780, y nuevamente a causa de otra sequía que había hecho subir de forma alarmante el precio de los granos, el Ayuntamiento acordaba, a propuesta del corregidor, la celebración de un octavario a San Francisco Solano.
En definitiva, para los siglos XVII y XVIII, que son los que presentan una mayor frecuencia de petición de rogativas a San Francisco Solano como fórmula para acudir al remedio de las calamidades, los ejemplos podrían alargarse de forma extraordinaria.
JOSÉ CALVO POYATO / GUÍA HISTÓRICA DE MONTILLA (1987)
FUENTE DE LA FOTOGRAFÍA: NUESTRO AMBIENTE (FAMILIA MUÑOZ CARRASCO)
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