5.5.16

Entrevistamos a María Soledad Gómez Navarro, pregonera de la Semana Santa de Montilla 2016


Con motivo del especial de Semana Santa de la revista Nuestro Ambiente, tuve ocasión de entrevistar, por iniciativa propia, a María Soledad Gómez Navarro, pregonera de la Semana Santa de Montilla 2016. Para ello, y gracias a mi querida amiga María Dolores Ramírez Ponferrada, contacté con ella y le realicé la siguiente entrevista, con introducción y perfil llevado a cabo por Antonio Salas Tejada, director de dicha publicación.

BENJAMÍN PORTERO DUQUE

Montilla en persona

Introducción

Si existe una esencia montillana, con todo lo bueno y digno de admirar que ello conlleva, no cabría duda de encontrarla en la personalidad de Soledad Gómez, sea cual fuere el lugar geográfico en el que ella se encontrare, pues esa esencia no está ni en el asfalto de las calles ni en las piedras de los edificios, sino en el corazón de las personas.

Suelen decir los historiadores que conocer las raíces y el origen de lo que somos es la mejor manera, quizá la única, de entender nuestra identidad como individuos y como pueblo. A esta labor se dedica Soledad Gómez, una montillana en Córdoba enamorada de la historia y cuya vida está centrada en estudiarla y en enseñarla.

Vinculada a la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor de su Montilla natal, esta historiadora ha aceptado la petición de la Agrupación de Cofradías de pregonar la Semana Santa montillana de 2016.

El perfil

Nacida en Montilla en 1959, la pregonera de la Semana Santa 2016 es profesora titular de la Universidad de Córdoba en el área de Historia Moderna y su interés por la investigación la ha llevado a indagar sobre temas tan variados como el estudio de la Iglesia Católica en España durante los siglos XV al XVIII, la historia de las mujeres en la Córdoba de ese mismo periodo o los ritos funerarios en la sociedad cordobesa a través de los siglos.

Es miembro de la Academia Andaluza de la Historia y también de la Real Academia de Córdoba. Asimismo, es autora de multitud de publicaciones, toda vez que en sus tesis plasma de una manera amena los resultados de su labor investigadora. Fruto de todo ello es la reciente concesión del Premio Juan Bernier que, en su apartado de Historia, le ha otorgado la Asociación Arte, Historia y Arqueología de Córdoba.

En lo que respecta a la Semana Santa de Montilla, nunca ha perdido su vinculación con ella, sobre todo a través de la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor, por cuyo titular no duda en declarar su devoción desde la infancia.

ANTONIO SALAS TEJADA

La entrevista

Comencemos hablando de tu niñez y adolescencia. ¿Cómo recuerdas la Semana Santa de Montilla de aquellos años? ¿Qué vivencia tuya de aquella época recuerdas con más cariño?

Recuerdo una Semana Santa más sencilla y recoleta que la actual, obviamente porque había menos hermandades. Por ejemplo, la Salesiana del Cristo de la Juventud en su Presentación al Pueblo no procesionaba. Tampoco las que han incorporado el Lunes y el Martes Santo: el Cristo del Perdón, la Vera Cruz o Humildad y Paciencia. En realidad, para mí, cuando era joven, la Semana Santa empezaba el Miércoles Santo con el Cristo del Amor y hasta el Domingo de Resurrección, aunque no recuerdo haber visto muchas veces esta última procesión de niña, hasta que ya tuve más edad.

También recuerdo la impaciencia del Jueves Santo, El Prendimiento, los Romanos, Judas... Tengo en mi recuerdo el Viernes Santo con el Santo Entierro y la Virgen de la Soledad, tan majestuosa. Y, sobre todo, que siempre pensábamos que llegábamos tarde y no veríamos las procesiones porque, ciertamente, antes de salir de casa había tareas por razones laborales que no entendían de festivos y que habían de atenderse inexcusablemente. Pero siempre llegábamos a tiempo. También recuerdo los aromas, las preparaciones de casa, los dulces, la ropa nueva, pues mi madre siempre procuraba que algo estrenáramos, las primeras flores... Un conjunto de sensaciones que relaciono con mi querida Montilla. Seguramente, la nostalgia también se agranda con el paso del tiempo. Por último, y ya de mayor, sobre todo desde que empecé mis estudios en Córdoba, recuerdo el triduo sacro que solía hacer con mi madre en el Convento de Santa Ana. Me gusta mucho esa liturgia y pienso que es parte de la necesaria vivencia de la Semana Santa, como tendré oportunidad de indicar también en mi pregón.


Actualmente, ¿cómo ves nuestra Semana Mayor? ¿Qué destacarías de ella?

Me parece que está en una fase espléndida, creciente, madura, consolidada, que sigue teniendo proyectos. Y esto es importante e interesante, y que como comenté brevemente en la presentación del cartel, debería plantearse ser considerada de Interés Turístico Provincial, porque tenemos suficientes mimbres para ello. Y quizás una carrera oficial, porque precisamente como consecuencia de mis recuerdos infantiles, siempre pensaba que sería muy bueno establecer un itinerario donde se vieran cómodamente todas las procesiones, sobre todo para las personas y familias, como era mi caso, que vivíamos alejados del centro.

A la hora de destacar, me centraría en sus tallas, en su imaginería. Y también destacaría su idiosincrasia, ya que aquí se viven aspectos puramente montillanos que se plasman, por ejemplo, en la bendición de los campos en el paseo de Cervantes y en el Llanete de San Agustín, en lo especial de la tarde del Viernes Santo en dicha explanada, en esa espléndida Centuria Romana y su prestigiosa Sentencia, en la singular Representación Dramática de La Pasión... Todos de gran calidad, porque estas manifestaciones también son y forman parte de nuestra Semana Mayor y que avalarían ese reconocimiento turístico del que antes hablaba.

¿Cómo vives la Semana Santa de Montilla?

Consecuentemente con lo arriba indicado, he de establecer un antes y un después de que ya me estableciera prácticamente en Córdoba y, sobre todo, que mis padres lo hicieran también. Antes de 2005, en que ya ellos estaban en Córdoba, todos los años, en Semana Santa, Montilla era cita obligada.

Desde entonces, como ellos ya vivían prácticamente en Córdoba, siempre he venido el último día del triduo de mi hermandad montillana, la del Cristo del Amor, y su vía crucis para depositarlo en la Capilla del colegio. Y a veces, algún Viernes Santo, pero esporádicamente. Así que la he vivido en la distancia y en el recuerdo, aunque conozco todas las hermandades montillanas que ahora mismo procesionan, porque también he visto las últimas incorporadas en la calle.


¿Qué rondó por tu mente cuando te propusieron ser pregonera de la Semana Santa de tu ciudad? ¿Qué ha supuesto para tí serlo en el año del 75 aniversario fundacional de la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor, siendo dicha imagen protagonista del cartel de la misma y teniendo lugar, además, tu presentación oficial en la Iglesia-Santuario de María Auxiliadora?

A lo primero, gran responsabilidad. No miedo, pero sí responsabilidad. Y un gran honor y satisfacción, obviamente. Recuerdo que pedí al hermano mayor del Cristo del Amor, a Francisco García, que fue quien me llamó, unos días para pensarlo, pero solo para estar segura de qué podría yo aportar, cuál podría ser mi guión y, cuando lo tuve claro, le dije sí. A lo segundo, una gozosa y significativa coincidencia, como indiqué en la presentación del cartel, muy contenta de que así haya sido.

¿Qué aspectos destacarías de tu pregón? ¿Y de tu presentadora, la también historiadora montillana y archivera municipal en el Ayuntamiento de Montilla, Inmaculada de Castro Peña?

El pregón es una percepción muy personal sobre cómo veo la Semana Santa, fruto de mis lecturas y de mis propias reflexiones, a las que tampoco ha sido ajena en modo alguno mi profesión de historiadora. Es por eso que el pregón desarrolla dos partes: una sobre por qué celebramos el centro de lo que celebramos, es decir, por qué se mató a alguien que pasó solo haciendo el bien, y otra sobre el para qué la Semana Santa como fenómeno cultural, que, en realidad, es también un por qué, dado que esa finalidad está en la misma causa que motiva la celebración.

En cuanto a lo segundo, qué te voy a decir. Nos conocemos desde hace más de 40 años. Es casi como una hermana para mí, una gran profesional en su especialidad, muy solvente, generosa y servicial, como todos los que la han tratado pueden atestiguar y, por supuesto, agradezco mucho que aceptara de inmediato presentarme. Para mí es una gran satisfacción.

Si te menciono a la imagen del Santísimo Cristo del Amor, ¿serías capaz de describirme los sentimientos y sensaciones que sientes al producirse dicha mención, así como en la noche del Miércoles Santo durante su estación de penitencia?

Creo que te respondo si te digo que cuando llegué a Córdoba y empecé a frecuentar la Iglesia de San Jacinto, donde está la famosa Virgen de los Dolores, en la plaza del Cristo de los Faroles, tan conocida, de inmediato sentí gran devoción al Cristo de la Clemencia, sin saber bien por qué. Pronto supe la razón: salió del mismo imaginero que el Cristo del Amor: Amadeo Ruiz Olmos. Eso hizo también que desde hace muchos años sea también hermana de esa cofradía cordobesa. Y creo que te respondo también si te digo que, para mí, venir de Córdoba a Montilla cuando estudiaba y cuando luego preparaba mi tesina, mi tesis, mis trabajos..., era para estar el Miércoles Santo y vestir su túnica, lo que hice durante muchos años, con mi hermana menor, con mi madre... Le tengo gran devoción. También a María Auxiliadora, donde le rezaba de muy joven en su Capilla del colegio Salesiano.


Ya conocemos tu profundo fervor hacia el Santísimo Cristo del Amor. Pero, ¿por qué imagen mariana sientes especial devoción?

Aquí debo pedir disculpas porque tengo que escoger entre todas las magníficas imágenes marianas de Montilla. Pero he de reconocer que tengo debilidad por la Soledad, no porque yo lleve su nombre, sino porque me parece tan majestuosa en su dolor, tan digna, tan “Soledad”, que me gusta mucho.

De manera breve, ¿qué argumentos utilizarías para intentar convencer de tus creencias, si tuvieras que hacerlo, a aquellos historiadores e historiadoras que no tienen fe y que, por lo tanto, son agnósticos o ateos?

Como supongo que sabes, soy profesora de la universidad pública, así que tengo muy claros los límites y los respetos. Pero además pienso que a veces es más efectivo el hacer, que el decir: se llega y se consigue más. Y con esto creo que te respondo.

En un ámbito privado, la cuestión es distinta, aunque quien me conoce ya sabe cómo pienso. Por cierto, creyente y practicante, pero crítica con algunas cosas que me gustaría que cambiasen en la institución eclesiástica, por lo que, como digo con frecuencia, no viene mal un poco de espíritu erasmista. Quien no me conoce, quizás es tan íntimo el plano de las creencias, que no se presta a entrar en detalles. También tengo muy presente que son cosas distintas familia, amigos, conocidos, compañeros...

Desde que Julián Ramírez Pino pronunciara el primer pregón de la Semana Santa de Montilla en el año 1973, tan sólo cinco mujeres han pregonado nuestra Semana Mayor en estas cuarenta y cuatro ediciones. ¿Qué opinas de este hecho?

Pues que estoy contenta de que se haya dado otra jubilosa coincidencia con tres mujeres este año: presidenta de la Agrupación de Cofradías, presentadora de la pregonera y pregonera. Está bien y ya es hora de que la visibilidad pública de las mujeres aumente, también en el ámbito cofrade.

Soledad, muchísimas gracias por todas las facilidades que me has concedido para el desarrollo de esta entrevista. Para mí, ha sido todo un placer llevar a cabo la misma.


BENJAMÍN PORTERO DUQUE

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